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El valor de lo nuestro

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diego fischer
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Es un récord para el Uruguay.

No hay en la historia de la radio y de la televisión nacional, un programa periodístico que haya perdurado en el aire durante cincuenta años consecutivos. El hecho es de por sí excepcional, pero lo más notable no es su permanencia sino su vigencia. Hablo de Americando y de Juan Carlos López, “Lopecito”. Ambos forman una unidad indivisible, como también lo son las historias que rescata y los valores y las enseñanzas que trasmite en todas ellas. A esta altura suman centenares, tal vez miles los hombres y mujeres del Uruguay profundo de cuya existencia supimos a través de los micrófonos primero y de las cámaras después, de Americando.

El lunes pasado Juan, como a mí me gusta llamarlo, celebró sus bodas de oro con la comunicación, el periodismo y la gente; y lo hizo con el sentimiento, la sobriedad y el humor que lo distinguen. Fue en el espacio cultural La Colmena, donde el Correo Nacional presentó una emisión de un sello en su homenaje y se lanzó un libro impulsado por el artista plástico y publicista Enrique Sousa y la empresaria Alicia Esquiera.

Su familia y muchos de sus amigos de larga data, entre los que se encontraba el presidente Luis Lacalle Pou, nos dimos cita para participar en un festejo en que la calidez y la emoción fueron parte fundamental.

Americando nació en 1972 en radio Rural y fue desde allí, en una época difícil para el país, que el folclore nacional y los intérpretes criollos, comenzaron a tener un espacio para llegar con su canto a todos los rincones del país. Lo que comenzó como un programa musical se fue convirtiendo en un periodístico que, a su vez, resultó clave para el surgimiento de muchos de los festivales de música en los departamentos de toda la República.

Juan concurría rigurosamente a esas fiestas, y se convirtió en parte fundamental de ellas. Sin saberlo, estaba contribuyendo a afianzar la identidad nacional a través del canto y la poesía.

En ese ir y venir por toda la patria, fue conociendo como pocos al Uruguay de tierra adentro y a su gente. Aprendió a escuchar a los paisanos y descubrió oficios y costumbres de nuestra gente que se creían perdidos. Supo y compartió historias que lo llenaron de alegría y lo hicieron sentir orgulloso de ser oriental y también de las otras que lo entristecieron profundamente.

Blanco y devoto de la Virgen María, nunca negó su divisa y su fe religiosa, aunque esto le molestara a unos cuantos. En la década de 1990, lo convocó el maestro Julio Frade (presente en el festejo), entonces Director de Canal 5, a que llevara Americando a la televisión. Unos fardos de paja y una rueda de carro fue la escenografía por la que desfilaron, sin distingos, los cantantes populares del país. Desde Amalia de la Vega, pasando por Santiago Chalar y Los Olimareños, todos tuvieron un lugar para mostrar su arte. Tiempo después fue convocado por Canal 12 y, hasta hoy, los domingos a las 9 de la mañana nos sorprende con alguna historia que nos dejara pensando.

“A vos no te puedo decir que no a casi nada”, expresó el presidente Lacalle Pou el lunes último, cuando Juan lo invitó a subir al escenario a decir unas palabras. El jefe de Estado enfatizó: “porque en la historia de vida de Lopecito está no haberle negado el estribo a ningún tema“.

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