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Montevideo: ni verde, ni limpia

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DIEGO FISCHER
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Todo está un poco peor en Montevideo. La prometida ciudad verde en que se iría a convertir la capital es una quimera. Ni hablar de la “ciudad más limpia” de América del Sur, que la intendenta Carolina Cosse prometió en la campaña electoral.

Hoy la definición que más le cabe a Montevideo es: mugrienta y oscura.

Alcanza con transitar los barrios donde el servicio de limpieza no está privatizado, para toparse con contenedores vandalizados y desbordados con la basura esparcida en sus alrededores.

No es algo nuevo. El tema de la limpieza ha sido uno de los grandes problemas irresolutos de todas las administraciones frenteamplistas. Lleva treinta años atormentando a los montevideanos. Desde Tabaré Vázquez a los dos períodos de Mariano Arana, pasando por la gestión de Ricardo Ehrlich. Luego llegó el desgobierno y la peor administración municipal de la historia de Montevideo que encabezó Ana Olivera, a quien le sucedió Daniel Martínez. El ingeniero que tejió su candidatura a la presidencia desde el Palacio Municipal, es el autor de una antológica reflexión sobre el tema de marras. En diciembre de 2017, como sucede desde hace tres décadas, la ciudad quedó tapada por la basura: “Hubo una explosión de consumo”, proclamó Martínez. ¿Se acuerda? No vaya a sucederle lo mismo que al exintendente que perdió la memoria luego de tanto baile en la campaña electoral de 2019.

Es cierto que la nueva administración municipal asumió en noviembre del año pasado, en momentos que la pandemia tomaba fuerza. Pero la ciudad, que ha retomado ya hace un tiempo su movimiento pre Covid-19, sigue siendo un basural.

“Limpieza, movilidad y trabajo eran los pilares de nuestro programa, y desarrollaremos políticas en las que los tres temas estén interrelacionados”, sostuvo Cosse en su discurso el día que asumió.

Cinco meses después, el 31 de mayo, la intendenta anunció su plan de limpieza y entre otras medidas informó que: “Se hará una puesta a punto, reparación y limpieza de contenedores; y de limpieza de avenidas, veredas y playas”. Nada se ha visto hasta el momento. Y no es por la falta de luz que hay en las calles por las noches.

Muy oscura está la ciudad desde hace tiempo. La misma recorrida hecha al caer el sol por los mismos barrios, arroja además de basura por doquier una cantidad enorme de focos del alumbrado público apagados. Cuadras enteras en Malvín y Buceo; otro tanto sucede en el Parque Rodó y en la Unión, por citar algunas zonas por las que he andado en los últimos días. Es evidente que hace meses no hay un mantenimiento de la red lumínica, si no cómo se explica que haya tantos focos apagados.

Se aproxima una temporada turística, luego de un año y medio de fronteras cerradas. Todos los esfuerzos apuntan para que los sectores más golpeados por la pandemia retomen su actividad. No será una tarea sencilla, hay muchos factores que escapan a la voluntad del gobierno y de los propios operadores turísticos. Tradicionalmente Montevideo ha sido el lugar que más turistas congrega, más que Maldonado y que Rocha. ¿Esta ciudad sucia, oscura y tan maltratada por los sucesivos gobiernos municipales de las últimas tres décadas es la que queremos mostrar?

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