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¿Montevideo o Medellín?

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Diego Fischer
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El Estado fracasa en su combate a la delincuencia y su presencia no garantiza la efectividad", dijo el sociólogo Gustavo Leal en declaraciones recogidas por El País en la edición del pasado domingo.

Las afirmaciones de Leal no son novedad; pero provienen del director de las Mesas Locales para la Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior.

En el mencionado informe, El País indicó que en los dos meses de este año se registraron 69 homicidios y la emergencia del Hospital Pasteur atendió a 90 heridos de bala en el mismo lapso.

Más que nunca, el tema de la violencia y la seguridad está a flor de piel en la gran mayoría de los uruguayos. El crimen de la joven cajera del supermercado de la Blanqueada, la herida sufrida por el guardia de seguridad privada de origen venezolano y el desenlace de su asesino, apodado Kiki, despertaron la furia de todos los ciudadanos honestos. Pero la indignación y el miedo de la gente se fue alimentando de otros casos como los asesinatos en la Rambla del Buceo, los crímenes en Minas luego del corso de Carnaval y podríamos seguir sumando.

En el temor y la bronca, muchas personas, a través de las redes, piden la pena de muerte, los militares en la calle y medidas radicales, muchas veces fruto de la ira y no de la razón. Pasión y bronca que alimenta la ineficacia de la Policía, fundamentalmente, en el área metropolitana. Porque también la Policía y la Justicia actuaron con rapidez y eficiencia en el extraño asalto a la joyería del Enjoy Conrad de Punta del Este. Días después, cayó una banda de delincuentes chilenos a los que se los vinculó a la sucesión de explosiones de cajeros automáticos que se vienen dando en los últimos 60 días. Al día siguiente que los chilenos fueron detenidos otro cajero fue detonado.

En el área metropolitana vive el 40 por ciento de la población del país. Y es aquí donde se registra la mayor cantidad de delitos de todo tipo, incluyendo los asesinatos. El Estado, en casi todas sus formas, está ausente en zonas que los narcotraficantes han hecho propias y se las ha declarado liberadas.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi guarda silencio. Seguramente porque no tiene nada para decir. Lleva ocho años al frente de la cartera y nada hace suponer que renunciará o que el presidente Tabaré Vázquez lo removerá de su cargo. Bonomi hizo célebre la frase ajuste de cuentas, para justificar los homicidios y los crímenes que diariamente se registran en la capital.

Hace cinco años, Canal 4 emitió una serie sobre Pablo Escobar. El Patrón del Mal se llamó y resultó un suceso de audiencia. La serie, muy bien lograda, cuenta la vida del fundador del Cartel de Medellín que llegó a ser el hombre más poderoso de Colombia. Con su dinero logró corromper a políticos y a la cúpula de la Policía y del Ejército. Escobar, era un joven inteligente, con una instrucción muy básica, hijo de campesinos, que fue creando lentamente su propio imperio. Llegó a manejar la producción y la distribución del 80 por ciento de la cocaína del mundo. Regó primero a Medellín y luego a Colombia toda, de sangre. Mató o mandó asesinar a miles de personas. Su reinado duró 20 años. En estos días me he acordado mucho del film y cómo el crimen organizado fue apoderándose lentamente de Medellín.

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