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"Montevideo así no va"

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Diego Fischer
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Casi sin darnos cuenta, transcurrieron tres años. Sí, tres años cumplió ayer la gestión del intendente de Montevideo Daniel Martínez. Al trienio, hay que sumarle un cuarto de siglo más de los gobiernos departamentales del Frente Amplio que lo antecedieron.

En suma, 28 años consecutivos de administraciones de izquierda. ¿Cuántas cosas se han hecho a lo largo de todo este tiempo? Seguro que sobran los dedos de una mano para contar obras o logros importantes que hayan mejorado la calidad de vida de los montevideanos.

Si me apuran, diré que la extensión de la red de saneamiento con créditos del BID y aportes del gobierno nacional y la recuperación del Teatro Solís. La remodelación del Solís sucedió hace catorce años, en 2004, durante el mandato de Mariano Arana. Poca, muy poca cosa para casi tres décadas teniendo el poder total del ejecutivo, mayoría en la Junta Departamental y recursos en abundancia.

"Tener una ciudad más limpia, con mayor agilidad y seguridad en el tránsito, respetuosa de la diversidad y sus diferentes expresiones será posible si nos embarcamos en un cambio cultural. Un cambio cultural en el que todos podemos y debemos aportar y comprometernos", prometía Martínez el 9 de julio de 2015, cuando tomó posesión de su cargo. Y agregaba: "tomando la excelencia, el control y la transparencia como las herramientas a utilizar todos los días en todas las acciones…" (…) "con fuerte apuesta a la innovación, la mejora de la gestión y una clara conducción política".

Creo que sería redundante hablar de cómo luce Montevideo y cómo ha ido decayendo la calidad de vida.

En la edición de ayer, El País publicó un detallado informe de los ingresos de la Intendencia capitalina en 2017. La recaudación alcanzó a 1,9 millones de dólares diarios. Sí, cada uno de los siete días de la semana. El año pasado los ingresos totales fueron US$ 691 millones (US$ 56 millones más que en 2016).

El 43,3% (US$ 306 millones) se destinaron al pago de salarios, (US$ 26 millones más que el año anterior). Y solo el 20,6% de esa enorme masa de dinero, US$ 143 millones (US$ 31 millones más que en 2016), se destinaron a obras e inversiones.

Las cifras son elocuentes y escandalosas. Escandalosas porque pese a sus anuncios, Martínez ha seguido el derrotero de sus predecesores: recaudar y espoliar a los contribuyentes para pagar sueldos y aumentar la burocracia. La Intendencia se benefició del incremento explosivo del parque automotor y —luego del acuerdo que creó el Sucive—, los ingresos por patente de rodados han pasado a ser la segunda fuente de ingresos de la capital.

Hay que reconocer que Martínez ha sido innovador, a la hora de pergeñar nuevos recursos. Llenó de cámaras a la ciudad para multar a los automovilistas las 24 horas del día. Por multas, la Intendencia embolsó en 2016 más de US$ 39 millones.

La semana pasada el despacho de Martínez fue ocupado por Adeom. El Intendente declaró entonces a la prensa: "Lamentablemente lo único que hacen es generar hecho tras hecho de confrontación y así no va. Realmente estamos todos podridos".

Intendente, es cierto, así no va. Montevideo así no va. ¿Sabe cómo estamos los montevideanos no solo con Adeom, sino con todo lo que depende de la Intendencia?

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