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¿Manzanas podridas?

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Semanas atrás, el periodista Carlos Tapia publicó un informe en El País sobre la situación de varios músicos uruguayos que han perdido o perderán sus derechos de interpretación de temas de su autoría.

El caso más emblemático es el de Ruben Rada y su primer gran suceso Las manzanas,

Extenso y documentado el informe, puso nuevamente en el tapete el tema de los derechos de autor frecuentemente violentados y postergados, pese a que Uruguay fue uno de los primeros países de América Latina en reconocerlos y legislar al respecto. Sucedió en 1937, cuando el entonces ministro de Instrucción Pública, el nacionalista Eduardo Víctor Haedo, impulsó la ley 9.739 promulgada en diciembre de 1937. En ella se les reconoció sus derechos a pintores, escritores, músicos, y científicos. Fue una norma de avanzada, hablaba de la televisión en tiempos que este medio de comunicación era experimentado en Estados Unidos y Europa y recién llegaría al Uruguay veinte años más tarde.

La ley reconoció lo que 90 años más tarde aún resulta difícil admitir a mucha gente: la creación de un artista, cualquiera sea su rubro, es trabajo. ¿Por qué nadie discute que es trabajo lo que hace un médico, un maestro, un carpintero, un ingeniero o un obrero de la construcción? ¿Cuál es la razón que lleva a que la gente, algunos políticos y muchas instituciones no admitan que el fruto del quehacer de los músicos, los artistas plásticos, los escritores, es también trabajo?

Hay sí una gran diferencia entre unos y otros. Los primeros, a la hora de retirarse acceden a una jubilación. Mientras que la jubilación de los artistas e intérpretes, son los derechos de autor y las regalías que sus obras editadas generan. ¿Es justo condenar a la pobreza y, en algunos casos al hambre, a cientos de personas que, tal vez, hayan hecho mejor la vida de mucha gente? Y que a través de su trabajo hicieron conocer y le dieron prestigio al Uruguay y a su cultura.

El caso de Rada es más que elocuente. Cincuenta años después del estreno de Las manzanas, el músico y su obra que son un ícono de la cultura uruguaya, perderá sus derechos de interpretación sobre una canción emblemática en Uruguay y fuera de fronteras.

En todo esto hay muchos intereses espurios en juego. Una organización no gubernamental Creative Commons, encabeza un movimiento a nivel mundial que propugna la abolición de los derechos de autor. ¿Fueron ellos los que tiempo atrás engañaron a la mayoría del Senado para que entre gallos y medias noches, aprobara el infame anteproyecto de ley de las fotocopias avalado por la FEUU y el Partido Comunista? El senador Pablo Mieres trabaja hoy en un proyecto de ley que lleva de cincuenta a setenta años el plazo de protección de los derechos de interpretación. Según informó El País en su edición de ayer, la iniciativa sería derivada a la Comisión de Cultura del Senado, el próximo 1° de marzo, cuando finalice el receso parlamentario. Entonces los legisladores tendrán la oportunidad de demostrar si, como en 1937, reconocen y apoyan el trabajo de los artistas, o son las multinacionales de dudosa calaña las que ganen la partida.

Porque como dice Rada en la canción: u201csi no madrugas encontrarás feas manzanas y llorarásu201d.

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