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Sí, importa castigar a los corruptos

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Diego Fischer
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Ojalá que cuando se vote en este país, el tema de la corrupción esté en la lista de cosas que uno juzga a la hora de elegir un candidato. Me importa tres pepinos de qué partido sean". La afirmación la realizó el presidente de la Junta de Transparencia y Ética Pública, Ricardo Gil Iribarne, en entrevista publicada el domingo pasado en El País.

Toda la entrevista a Gil Iribarne resulta reconfortante. Sus afirmaciones se producen en momentos en que el largo y penoso culebrón de Sendic parece tener un remake con las recientes declaraciones de la vicepresidenta Lucía Topolansky al programa En Perspectiva. La flamante presidenta de la Asamblea General no tuvo ningún reparo en decir que el licenciado trucho "desde el punto de la genética humana pienso es de los que sabe más". ¡¡¡Basta!!! La gran mayoría de los uruguayos estamos hartos y asqueados de este tema. ¿Qué más van a inventar ahora? ¿Es tan grande el mareo del poder y la falta de contacto con la realidad?

Afortunadamente existen organismos como la Jutep, que además de Gil Iribarne, integran Daniel Borrelli y Matilde Rodríguez Larreta. La Junta Anticorrupción, como comúnmente se le denomina a este organismo, actuó de oficio en el caso de las tarjetas corporativas de Ancap y en el último tramo de su investigación terminó en Sendic, porque, en palabras de su Presidente, fue del único director que surgieron cosas que no les parecieron satisfactorias. Su veredicto fue concluyente y categórico: los hechos verificados en estas actuaciones "constituyen violaciones por parte del Sr. Raúl Sendic de las normas vigentes en materia de administración de fondos públicos".

Uno no puede más que congratularse con expresiones y —sobre todo— con las acciones que la Junta Anticorrupción lleva adelante. Lo hace en silencio y con escasos recursos. "No nos podemos hacer los distraídos y decir aquí no pasa nada" sostuvo el titular de la Jutep y agregó no "no nos da el paño para hacer todo lo que quisiéramos hacer", para aseverar que "la Junta y otros organismos tienen que trasmitir a la ciudadanía que castigar a los corruptos vale la pena".

Por estas horas, otros dos hechos han ocupado espacio en la prensa que ponen en tela de juicio el proceder ético, en esta oportunidad, de dos dirigentes del Partido Nacional. Son los casos del diputado Wilson Ezquerra y del intendente de Soriano Agustín Bascou. Ezquerra es investigado, de oficio, por la Justicia por haber atropellado a una mujer cuando manejaba su automóvil alcoholizado. Bascou, enfrenta denuncias por libramiento de cheques sin fondos y presunta estafa en su actividad privada. También, desde el Frente Amplio, se han denunciado compras de combustible por parte de la Intendencia que él preside en una estación de servicios de su propiedad.

En el primero de los hechos hay fueros que amparan al legislador de Tacuarembó. En el segundo, se trata de un problema entre particulares y habrá que esperar el pronunciamiento de la justicia si se está ante un acto de corrupción. Ambos casos están en manos de la Justicia y será ella la que determine las responsabilidades. Ezquerra y Bascou deberán comparecer en los próximos días a la Comisión de Ética del Partido Nacional. Es bueno recordar que la ética y la moral no son monopolio de nadie. Porque como afirmó Gil Iribarne: "Hay cosas que no son delito, pero que hay que cumplir, y hay éticas que no son de los partidos sino de la ciudadanía".

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