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Estamos en el horno

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diego fischer
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En Ucrania eligieron a Vladimir Zelenski un comediante como presidente de la República. “Si para ese lado va la política estamos en el horno”, dijo el ex presidente José Mujica el fin de semana pasado.

En un acto en Punta Rieles y en un entonado discurso, Mujica fustigó a los que vienen a comprar el voto de los más necesitados. Fue una alusión al precandidato blanco Juan Sartori, a quien se ha denunciado por captar con plata adhesiones de posibles votantes y dirigentes. De ser cierto, no por vieja y aplicada por todos los partidos políticos, esta práctica resulta deleznable y condenable.

Fiel a su estilo y su forma de proceder, Mujica instó a usar a los que pretendan comprar votos: " Currénlos bien currados", dijo y añadió: "Al que le ofrezca 100 pídanle 500, y voten a quien se les antoje, menos al que los viene a coimear”. Luego arremetió contra los outsider que ingresan a la política con éxito, y nombró al presidente norteamericano Donald Trump y a Zelenski. El engaño y la mentira siguen siendo las armas preferidas del ex presidente.

Con esos mismos instrumentos, sus dichos ocurrentes y su desalineada apariencia sedujo a los periodistas del mundo entero. Su imagen de hombre pobre, viviendo en la austeridad, fue el gran embuste que supo vender en todas partes del mundo. Eso y la falacia hecha leyenda de que luchó contra la dictadura cívico militar y por ese motivo estuvo preso más de una década.

En el Uruguay, su obrar es por todos conocido. La administración Mujica fue la peor de la historia del país. Lo más dramático de su gobierno fue el haber arrasado con los mejores valores de los que la sociedad uruguaya se preciaba: la educación, el respeto por la ley y la superación a través del esfuerzo personal y del trabajo.

Grandes sectores de la población más joven y menos favorecida se vieron reflejados en ese hombre que hizo del lenguaje una pelota de trapo, que nunca en su vida trabajó y que se ríe y desprecia a los universitarios. Sus discursos y apariciones públicas, resultaron el peor mensaje que un gobernante puede dar a sus gobernados. Aún hoy siguen haciendo daño.

Afortunadamente, el mundo se dio cuenta de quién es y qué piensa José Mujica “No hay que ponerse delante de las tanquetas”, dijo semanas atrás en defensa de la dictadura de Nicolás Maduro. Más de un periodista y analista político extranjero comenzó a conocer al verdadero Mujica. Y eso sin saber quién es el Pato celeste, ni cómo se compone su entorno. Personajes oscuros que no viven como pobres y que se han enriquecido durante su gobierno.

Mujica vislumbra una derrota del Frente Amplio en las próximas elecciones. Por eso ha anunciado que se postulará al Senado para “defender las conquistas alcanzadas”. Supongo que además lo hará para tener fueros que lo protejan de eventuales citaciones y decisiones de la justicia. Como su amiga Cristina Kirchner.

Si sale electo y el cambio de partido de gobierno se concreta, habrá una voz en el Senado para defender la represión del régimen de Venezuela (sino cayó antes), denostar a la Academia y a los universitarios, proteger a los lobistas, y proclamar y amparar a todo aquel que sostenga que lo político está por encima de la ley. Esas son las conquistas de su administración.

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