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La gambeta de Di Candia

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DIEGO FISCHER
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Volvió a ganar la patota. Una vez más Adeom le torció el brazo a la Intendencia de Montevideo.

Esta vez le tocó a Christian Di Candia como antes había sucedido con Daniel Martínez, Ricardo Ehrlich y Mariano Arana. Con Ana Olivera no fue así porque ella se encargó de gobernar para Adeom y dejar a la ciudad a la buena de Dios.

Adeom se había declarado en conflicto contra la pretensión del llevar adelante una tímida privatización de algunos camiones del servicio de limpieza, pergeñada por el hasta entonces director de Desarrollo Ambiental Fernando Puntigliano.

La de Puntigliano, un ingeniero de reconocida capacidad y trayectoria, que se formó y trabajó en Alemania, que ocupó la presidencia del Puerto de Montevideo y dirigió el proyecto de la minera Aratirí, es la quinta dimisión que se registra en el área mencionada desde que asumió Martínez, en 2015. Es evidente que si Puntigliano no pudo lograr buenos resultados en la limpieza de la ciudad, (que no los estaba logrando), no fue por falta de capacidad y formación, sino porque contra Adeom nadie puede. Y menos en tiempos electorales.

La primera bravuconada del sindicato de los municipales se concretó el lunes pasado al suspender la puesta en escena de la ópera La flauta mágica en el Teatro Solís. Se trataba de una función privada, contratada por la masonería uruguaya.

No les importó dejar plantados a centenares de espectadores, entre los cuales había jerarcas del gobierno nacional. El malestar de los frustrados espectadores quedó retratado en una foto publicada el martes en El País, en la que se ve a la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz esperando para ingresar a la sala.

Esta fue la más resonante provocación de Adeom de las últimas horas. Mientras tanto, Montevideo se inundaba de basura por las medidas sindicales.

Curioso: desde el sindicato, su secretaria general, Valeria Ripoll declaraba ante los canales de televisión que el servicio de limpieza estaba a punto de “colapsar”. Pocas horas más tarde nos enterábamos que la flota de camiones levantacontenedores, con unidades en su mayoría nuevas y con menos de tres años de uso, batía récords de roturas.

De las veintinueve unidades destinadas a cada una de las dos zonas en que está dividida la ciudad, solo salían nueve por área. No hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta que allí hay un boicot.

Se sabe, son estos tiempos electorales y cada movimiento se hace mirando y calculando cómo puede repercu-tir en las urnas. Si no pregúntenle a Martínez y su breve romance con el cantante de cumbia Gustavo Serafini “El Gucci”.

Di Candia, optó por una gambeta política y designó a Fernando Nopitsch en el cargo de Puntigliano y a Eduardo Fernández, conocido ex dirigente sindical de AEBU, al frente de la oficina de Limpieza. Nopitsch anunció una auditoría, para saber si hay problemas de mantenimiento, si hay problemas de boicot, y agregó “No hay excusas para que no tengamos camiones en Montevideo”.

A esta altura, parece de humor negro preguntarse por qué no hay camiones en la calle, o por qué la ciudad es un basural rotativo. La patota, tiene la palabra.

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