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Contumaz soberbia

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DIEGO FISCHER
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Se libró la madre de todas las batallas. ¡Sí señores! Y una vez más el Uruguay dio la nota: su oligarquía suma el 60 por ciento de la ciudadanía, mientras que el pueblo alcanza solo a un 40 por ciento. Caso único en el mundo y en la historia de la humanidad.

Un sosegate a la soberbia debería haber acusado el Frente Amplio el domingo pasado. Pero la humildad no es una virtud que el oficialismo haya cultivado nunca. ¿Por qué lo haría ahora? El mensaje de las urnas fue categórico y, al menos, podía haber llamado a la reflexión a los dirigentes propulsores de un cuarto gobierno de izquierda.

Es bueno recordar también, que la reforma constitucional Vivir sin miedo, impulsada, en solitario, por el senador Jorge Larrañaga y denostada por el Frente Amplio en su conjunto, logró un millón doscientos mil votos, doscientos sesenta mil sufragios más que la fuerza política de Daniel Martínez.

La coalición opositora que surgió el domingo por la noche encabezada por Luis Lacalle Pou, contará a partir del 15 de febrero próximo, 17 senadores y 56 diputados, provenientes de tres partidos en la Cámara Alta y de cinco en la Cámara de Representantes. Sumará una senadora más, si Beatriz Argimón se convierte en la próxima vicepresidenta.

El cambio está al alcance de la mano, aunque solo quedará sellado el próximo 24 de noviembre.

¿Qué debemos esperar hasta entonces? Además de fake news, discursos de Martínez como el de la noche de las elecciones, en el que invocó a José Batlle y Ordóñez y a Wilson Ferreira. ¡Qué mala memoria la del candidato del FA.! Luego de décadas en que su fuerza política calificó de rosaditos, fachos y vendepatrias a colorados y blancos, ahora busca captar a sus votantes recordando a dos de sus mayores figuras históricas. Qué decir de su compañera de fórmula que calificó al líder de Cabildo Abierto como la nueva cara de Adolph Hitler.

De aquí al 24, seguirán los mensajes agresivos, envalentonados y mendaces. Carentes de argumentación y mal comunicados por Martínez. El jueves último a través de Facebook, afirmó:

“Más bien me asustan los viejos apellidos (…) que fueron los que nos llevaron a la crisis del 2002”, dijo. Curioso. ¿No? El domingo apeló a los votantes batllistas y wilsonistas y el jueves echó un manto de sospecha acerca de conciliábulos impulsados por la oposición. Ofende a los dirigentes que cerraron filas entorno a Lacalle. ¿Habrá que recordarle que entre ellos está un economista de prestigio internacional, un dos veces presidente de la República y un general que llegó a comandante en jefe del Ejército durante este tercer gobierno del Frente Amplio? No satisfecho con ello, afirmó que: “A Lacalle no lo votó el 70 por ciento” de la gente. Martínez, si de cifras se trata, debería usted recordar que su partido, el Socialista, logró el 9 por ciento del apoyo de los frenteamplistas y que el MPP y el Partido Comunista suman el 50 por ciento de su fuerza política.

Con mentiras y medias verdades se puede engañar a la gente, un tiempo. De hecho, el FA lo ha hecho durante quince años. Martínez: ¿Recuerda lo que sucedió en el plebiscito de 1980? Por si la memoria le falla, ante la avalancha de mentiras de la dictadura militar, los uruguayos votamos por un cambio. Lo hicimos de forma contundente.

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