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Chau Cristina, adiós a la soberbia

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Pocas veces desde el retorno de la democracia a la Argentina en 1983, las elecciones presidenciales en este país han despertado tanto interés y expectativa en Uruguay como las que se celebrarán el próximo domingo 25 de octubre.

Pocas veces desde el retorno de la democracia a la Argentina en 1983, las elecciones presidenciales en este país han despertado tanto interés y expectativa en Uruguay como las que se celebrarán el próximo domingo 25 de octubre.

Seguramente porque nunca en esta margen del Río de la Plata, desde los lejanos tiempos de los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955), se anheló tanto un cambio. Hablamos de mandatarios electos por el voto popular y sin desconocer que a Perón lo derrocó la denominada Revolución Libertadora. Justamente mañana, 17 de octubre, se cumplirán 70 años del nacimiento del Justicialismo y la consolidación de Perón como el carismático militar y líder populista que cambió para siempre el rumbo de su país y condicionó hasta el presente a su nación.

Quizá los memoriosos puedan trazar un paralelismo entre aquellas dos primeras administraciones de Perón con lo que ha sido la era Kirchner. Hay puntos de contacto, es cierto. Perón fue un presidente autoritario que obligó a exiliarse a centenares de políticos, periodistas y empresarios opositores, que se afincaron -mayoritariamente- en nuestro país. Desde aquí pregonaron a través de la prensa y -particularmente- por las radios locales con penetración en territorio argentino su discurso antiperonista. La reacción de Perón no se hizo esperar y las trabas impuestas para que los argentinos viajaran a Uruguay sumieron en una crisis casi terminal a la industria turística, por entonces dependiente en su totalidad de Argentina. Asimismo, los uruguayos necesitaban pasaporte y visa especial para viajar al hermano país. Aquello fue un enfrentamiento entre el Uruguay democrático y liberal presidido por Luis Batlle y una Argentina gobernada por el autoritarismo y las patotas. “Tranquilo Pocho no tengas chucho que somos machos y somos muchos”, coreaban los muchacho peronistas.

Los penosos años de aquel peronismo pasaron a ser historia, hasta que en el año 2003 llegó al poder Néstor Kirchner, a quien en 2007 le sucedió su esposa, Cristina Fernández. Entonces la política hacia Uruguay de mediados de la década del 40 y los 50, resultó un juego de niños frente a la desplegada por los Kirchner. Cuatro años de puentes cortados por el conflicto de la planta de la ex Botnia y las mayores trabas y chicanas comerciales jamás registradas, son parte de un largo rosario. De nada sirvieron la pleitesía y las zalamerías del expresidente José Mujica hacia la señora de Kirchner.

Los argentinos asistirán a las urnas en nueve días, para elegir quién regirá los destinos de ese país en los próximos cuatro años. Serán ellos los que soberanamente resolverán si es en esta instancia o en balotaje que surja el nuevo Presidente de la República. En estas horas se reunió con el presidente Tabaré Vázquez el candidato justicialista Daniel Scioli, reiterando señales alentadoras de entendimiento expresadas meses atrás. Un cambio hacia nuestro país, han anunciado expresamente el candidato del PRO Mauricio Macri o el también justicialista Sergio Massa. ¿Por qué? Porque solo los déspotas, los soberbios o los necios pueden pensar que Argentina y Uruguay encuentren la prosperidad de sus pueblos separados. Porque como dijo Borges en su Milonga para los orientales: “por algo tienen los mismos colores las dos banderas”.

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Diego Fischer

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