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¡Bienvenido Sanguinetti!

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Dentro de un año los uruguayos estaremos asistiendo al cambio del mando presidencial. Si nos dejamos llevar por las encuestas de los últimos meses y hacemos una suma de la intención de votos que reúne la oposición en su conjunto, los primeros días de marzo de 2020 terminarían los quince años consecutivos de gobiernos del Frente Amplio. Los sondeos de opinión parecen avalarlos el cansancio y la sensación de hartazgo que ya no ocultan amplios sectores de la ciudadanía.

Las últimas apariciones públicas del presidente de la República han mostrado a un Tabaré Vázquez cansado y enojado. Tal vez -y usando un término que él solía emplear antes de postularse para un segundo mandato- el “tiempo biológico” le esté pesando. Sus reflexiones en el último Consejo de Ministros, celebrado en Pueblo Centenario, sobre la sucesión de cierre de empresas no fueron acertadas. Menos feliz resultó su actitud de enfrentarse, a la distancia, a un grupo de autoconvocados que manifestaba en la vereda de enfrente y hacerles la V de la victoria con su mano derecha.

Fue una bravuconada que no condice con la investidura presidencial. Poco ayudan al país, las declaraciones que han hecho algunos de sus ministros en las últimas semanas. Y menos los comunicados de la Secretaría de Prensa de la Presidencia, empecinada en emular, muchas veces, a la funesta Dinarp de la dictadura militar. Claro que con encuestas no se ganan las elecciones. Se ganan con votos. Y aunque los analistas coinciden en señalar que nunca la oposición tuvo como ahora un escenario tan favorable para desplazar a la izquierda del gobierno, restan siete meses para las elecciones nacionales y ocho para el balotaje.

Ayer formalizó su precandidatura a la presidencia el doctor Julio María Sanguinetti. El dos veces presidente afirmó que su regreso a la contienda electoral lo “mueve el país”. El exjefe de Estado de 83 años de edad, con una lucidez y vitalidad sorprendentes, deja sus conferencias dictadas en foros y universidades extranjeras y la escritura, para volcar su experiencia, su astucia y su conocimiento del funcionamiento del Estado y del mundo de hoy, para impulsar el cambio. “Propiciamos un cambio en paz” en 1985 y ahora venimos a impulsar un “cambio desde una coalición”. ¡Bienvenido sea doctor Sanguinetti! Es muy improbable que logre su tercer mandato, pero como él mismo lo ha dicho, “ese no es el tema”. Tampoco le interesa la interna de su propio partido. Regresa sí, para robustecer un “alicaído” Partido Colorado.

Seguramente en la decisión de Sanguinetti haya pesado el país que quiere para sus nietos. Quizás, también, la historia le esté dando la oportunidad de retribuir el apoyo que le brindó Wilson Ferreira Aldunate al salir de la cárcel y hasta su muerte en su primer mandato. Ferreira, le aseguró al país la institucionalidad y la gobernabilidad. O el respaldo que, desde estas páginas, le brindó el doctor Washington Beltrán Mullin a Jorge Batlle y que fue determinante para que llegara a la Presidencia de la República.

Somos muchos los que quisiéramos ver también al expresidente Luis Alberto Lacalle aportando, en estas horas, su conocimiento y sabiduría. La renovación generacional, no debería dejar en el camino la experiencia de uno de los dos estadistas que tiene el país.

El cambio parece ser una realidad. Solo depende de nosotros concretarlo. ¿Cómo? Ejerciendo el derecho más sagrado de los orientales, votando.

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