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El asesinato de Idiarte Borda

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DIEGO FISCHER
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Una obsesión indisimulada por la verdad”, llevó a Edgardo Ettlin a publicar Qué solos se quedan los muertos, un voluminoso libro sustentado en una exhaustiva investigación que echa luz sobre el asesinato del presidente Juan Idiarte Borda y su matador Avelino Arredondo.

Ettlin, un reconocido abogado que, a poco de recibirse en 1988, ingresó a la Judicatura para hacer carrera y llegar a ser hoy ministro del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 7° Turno, invirtió diez años de su vida en la investigación y redacción de un texto que echa por tierra varias leyendas urbanas y por primera vez analiza la historia desde todas sus aristas.

...“El reclamo y afán de los historiadores no ha concitado mayor inquietud general por querer conocer sobre este hecho o sobre las vicisitudes que lo rodearon…”, afirma el autor y es una gran verdad. Su trabajo no solo aporta documentos jamás difundidos sobre el primer y único magnicidio registrado en el país, sino que pinta el ambiente y el clima que se vivía en el Uruguay mientras transcurría la Revolución del 97.

Idiarte Borda fue asesinado el 25 de agosto de 1897, a la salida de la Catedral de Montevideo luego de haber asistido a un Te Deum. Avelino Arredondo le disparó un tiro que acabó con la vida del jefe de Estado. El matador fue detenido en el lugar. Tenía 23 años, era hijo de inmigrantes gallegos, vivía con sus padres y hermanos y se encontraba entonces desempleado desde hacía seis meses.

La investigación llevó a Ettlin a consultar expedientes judiciales, los diarios de la época, informes que los diplomáticos extranjeros acreditados en Montevideo despacharon, además de una extensa bibliografía.

La labor del autor es propia de un juez que apela a todas las fuentes a su alcance para analizar un caso, pero también es el trabajo de un periodista que investiga y pone a consideración del lector las variadas opiniones sobre un mismo tema.

Qué solo se quedan los muertos, nos permite conocer realmente quién era Idiarte Borda, presentado, hasta ahora, como un hombre de fortuna, sin actuación política y detestado por su antecesor Julio Herrera y Obes y por José Batlle y Ordóñez. Nos revela, cómo fueron los procesos judiciales a los que fue sometido Arredondo y cuya defensa estuvo a cargo de Luis Melián Lafinur, pariente de Jorge Luis Borges. Muchos años después, Borges escribiría, el “Avelino Arredondo” un cuento que narra desde la ficción los hechos.

Entre los documentos inéditos que el libro saca a la luz, está el testamento político de Idiarte Borda, un pequeño papel escrito de su puño y letra que llevaba en el bolsillo de su frac el día de su muerte: “Trabajen dentro del Partido, con el Partido y por el país”. También se transcribe la larga entrevista periodística que Batlle y Ordóñez le hizo a Arredondo en la cárcel y que él mismo redactó y publicó en El Día. La relación que hubo entre Batlle y Arredondo queda bien clara.

Qué solo se quedan los muertos, cuenta con prólogo del embajador uruguayo en la OEA y columnista de El País, Washington Abdala. Y se cierra con un informe forense expresamente realizado por los doctores Antonio Turnes y Guido Berro.

A más de ciento veinte años de los sucesos, Ettlin nos revela la verdad de una historia deliberadamente ignorada.

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