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Arismendi y el café vencido

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DIEGO FISCHER
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Un hombre de 53 años en situación de calle murió de hipotermia el fin de semana último. No por repetido, el hecho deja de doler y de indignar. Como cada año, cuando el frío se instala el tema de las personas que viven en la calle vuelve al primer plano de la información.

Lo sucedido en la noche del domingo no fue la excepción.

La reacción del ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol no demoró en conocerse: “se acabó lo de que tienen derecho a estar en la calle, la calle es una situación desgraciada y no es ningún derecho”, sostuvo el lunes el secretario de Estado.

Horas más tarde fue el ministro del Interior, Jorge Larrañaga quien a su salida de la Torre Ejecutiva, sostuvo que los espacios públicos "no constituyen un derecho de vivienda" y reiteró que su ministerio trabajará en coordinación con el Mides para ofrecer a las personas sin hogar un lugar donde vivir.

No faltaron las voces de los que durante los últimos quince años gobernaron el país y no encontraron una solución al problema. Fue el caso del diputado socialista Gonzalo Civila, que afirmó: “se ha hecho mucho ruido sobre este tema y lo que sentimos es que la única respuesta que hoy aparece es una respuesta a lo bruto"

Nada dice de las cuatrocientas plazas en refugios que se han sumado desde que asumió el nuevo gobierno, por cierto aún -al parecer- insuficientes. Ni una palabra pronuncia el legislador sobre la situación en que encontraron las nuevas autoridades a la mayoría de los refugios existentes administrados por ONGs compañeras.

Las afirmaciones de Civila se producen en momentos en que el Mides todo está siendo objeto de auditorías. Sus instalaciones han resultado una caja de sorpresas en la que un día aparecen herrumbradas decenas de sillas de ruedas, otro, centenares de kilos de leche en polvo y miles de pañales vencidos e insumos donados por empresas y entidades que nunca llegaron a sus destinatarios. Y hasta armas en la caja fuerte del despacho de un ex alto jerarca.

Era un secreto a voces que el Mides fue en los últimos tres quinquenios una agencia de colocación del Partido Comunista. Ayuda y dinero que no llegaba a los beneficiarios y se iba perdiendo en los laberintos de una burocracia creada para simpatizantes políticos y familiares ¿Recuerdan que hasta un aspirante a yerno de Arismendi logró un cargo importante?

“Mucha desidia y falta de control”, calificó Bartol a lo que han encontrado en dependencias y depósitos y en los cajones del Ministerio. Habrá que esperar un tiempo aún para saber si todo esto no termina en la Justicia.

Hoy algunos cuestionan el trabajo que se está haciendo para socorrer no solo a las personas que aún viven en la calle, sino a los que padecen las consecuencias más severas de esta pandemia. Son los que siguen autoproclamándose dueños de la solidaridad. A ellos vale la pena recordarles una reflexión de Arismendi formulada a un periodista en 2019: “¿Sabe por qué no existía el Mides? Porque los mismos que dejaron miles y miles de personas en la calle, miles y miles de personas muertas de hambre, miles y miles de personas sin trabajo, son los mismos que hoy se espantan, se hacen cruces, osan escandalizarse”. Nunca hubiera imaginado que el café vencido causara daños mentales tan severos.

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