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Un gobierno en su ley

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diego echeverría
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La impronta de una ley debe reflejar su visión y su identidad, por eso el Proyecto de Ley de Urgente Consideración que plantea el gobierno cumple con esa característica de coherencia política.

Lleva impregnada en su texto la honestidad intelectual de quien hace lo que dijo que haría, pero que además recibió un mandato fuerte y claro de la ciudadanía en ese sentido. Es decir, lo votaron para que ejecute su compromiso.

En la campaña electoral se dijo que emprenderíamos este rumbo, se debatió y hasta fue motivo para que los uruguayos decidieran legítimamente y con cartas vistas su voto en uno u otro sentido.

Y luego se plasmó en un acuerdo interpartidario de una coalición que coincidió que debíamos avanzar como país en ese sentido. No se especuló, se asumió el costo que siempre lleva decir lo que se piensa, porque así debe ser, sin jugar ese juego de la mosqueta en el que algunos pretenden entrar a la hora de gobernar.

No caben las sorpresas, el sentido de esta norma es avanzar hacia un Uruguay seguro, transparente y de oportunidades. Y para ello hay que dotar a las estructuras del Estado de instrumentos legales para lograr estos fines.

La seguridad pública, cuestión prioritaria e impostergable, debe ser encarada desde el respaldo a la autoridad, con una visión del ejercicio del poder legítimo y con una mirada que se aleje del relativismo moral que gobernó el país durante los últimos 15 años. Y esta ley lo hace.

La educación debe mejorar sus resultados, para que en esa mejora estribe el desarrollo de los uruguayos. Y esperar un resultado distinto al de los últimos tiempos repitiendo la fórmula que nos llevo a ellos no parece ser un buen camino. Hay que cambiar, hay que atreverse a saltar a un mundo que reclama innovación y adaptación al cambio. Y esta ley lo hace.

El mundo cambió y por lo tanto la ciudadanía también. La transparencia debe ser un mandato ineludible, porque las sociedades reclaman y merecen que gobernemos en clave de apertura. Y esta ley lo hace.

Un país no avanza si no siente que vale la pena el esfuerzo y el sacrificio, que las oportunidades están y las podemos alcanzar. Y esta ley lo hace.

Como todo gran trabajo necesitará de buenas herramientas y esta ley las pone al servicio del país a texto expreso. Pero lo hace, además, con la transparencia de quien lo pone a consideración de la ciudadanía antes de su tratamiento parlamentario, para que el Pueblo la interprete, la critique, la corrija, la mejore y la haga suya.

La urgencia de los temas no está solo dada por el nombre de la ley y que hace referencia a su trámite parlamentario, sino por las acciones impostergables a tomar en distintas realidades que vivimos los uruguayos.

Es impostergable reconstruir el ejercicio de la autoridad, y por eso la ley da herramientas como la legítima defensa presunta a los funcionarios del Ministerio del Interior o de Defensa Nacional en cumplimiento de sus funciones, y en el marco de ciertas condiciones, para poder ejercer su autoridad sin temor a las consecuencias de sus acciones. Se llama respaldo, se llama cuidar a quienes nos cuidan, y se logra dando un marco legal para actuar en el sentido correcto.

La Ley de Urgente Consideración es una ley realista, que elige hacerse cargo de una realidad y alejarse de los voluntarismos, por eso toma cartas en cuestiones de inseguridad, por eso no se dejará pasar el agravio a la autoridad policial y se modifica el Código Penal en ese sentido, castigando con pena de prisión a quien lo haga.

La sensación de impunidad se cura con ley y determinación a aplicarla.

Estos artículos, al igual que toda la ley, muestran que se cambia el rumbo y la postura, con una visión distinta, en definitiva es un gobierno en su ley.

Un cambio de paradigma como el que venimos planteando con ella, traerá diferencias, y bienvenidas sean. No ahorremos debate, no escatimemos tolerancia, no eludamos la responsabilidad del momento histórico que nos toca vivir como sociedad. No nos refugiemos en prejuicios, no caigamos en facilismos o argumentos de manual, porque nuestro maravilloso país reclama más, merece más.

Tenemos la oportunidad de cambiar la mano de yeso por la mano tendida, de construir una cultura tan abierta al diálogo que llame la atención, y desde ahí consolidarla hasta que ya no lo haga.

Eso es democracia, es abrir las puertas de la política y su ejercicio a las opiniones de todos, especialmente las de aquellos que no piensan igual que nosotros. Qué sencillo y autocomplaciente sería solo valernos de las opiniones de quienes coinciden con nuestra mirada, sería el camino pobre de la soberbia intelectual de quien cree que el otro no puede hacernos mejores.

Esta ley es de todos, tiene una visión y una misión, podemos construirla desde la más amplia participación, pero sin apartarnos de un rumbo que quedó muy claro el 24 de noviembre del 2019 cuando la mayoría de los uruguayos se expresó en las urnas.

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