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Si sale la ley

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DANILO ARBILLA
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Me jubilé a los 67. Me sobraba paño. De hecho seguí trabajando en el exterior, en donde me radiqué por unos años. Fue una buena experiencia, por donde se la mire. Mantuve mi casa aquí, y tuve la suerte de poder venir tres o cuatro veces por año.

Los hijos, los nietos, las fiestas. Estuve en tiempos de elecciones, pero no voté: me parece un contrasentido y una falta de respeto a mis compatriotas elegirles un gobierno que no voy a sufrir o disfrutar, según sea.

Cuestiones de salud nos obligaron a volver. A la patria, a nuestros médicos y trabajadores de la salud, que nada tienen que envidiarle a nadie en todo el mundo. Felizmente sigo la profesión: todos los sábados en El País, antes lo hice en El Observador, y de vez en cuando escribo para Voces. Agradezco la generosidad de estos medios por permitirme ejercer mi derecho ciudadano a informar y a buscar y recibir información. Lo hago honorariamente: soy jubilado no puedo hacerlo de otra forma. Si sale la ley, será otra cosa.

La reforma jubilatoria, permitirá a los jubilados tener un trabajo remunerado. Aquí le apunto un poroto al proyecto de la Coalición Republicana.

Otro por lo de aumentar la edad. Y creo que se fue avaro. Es lo que ocurre en otros países con gobiernos, partidos políticos y sindicatos para los que primero está la gente; la de hoy y la que vendrá. Además está por debajo de la propia realidad que se vive en el país. Nadie se jubila antes de los 65, salvo una parte que se lo han pasado de vacaciones en el Estado, mientras laboraban en otra actividad con caja distintas. Hay también jubilados que trabajan en negro; por necesidad y tendrían que tener derecho. Y el proyecto lo prevé, como ya dije.

No nos mintamos. Sabemos bien cómo son las cosas. No nos jodamos a nosotros mismos, a nuestros hijos, nietos y bisnietos, y perdón que lo diga así. Si no lo asumimos seria y sinceramente, y por qué no interesadamente, no habrá jubilaciones decorosas dentro de unos pocos años y quizás más adelante ni jubilados.

El presidente se la juega y también la coalición. Un puñado de porotos para todos ellos. Para los blancos, los colorados, los cabildantes y los del Partido Independiente. Impulsan una reforma, que al igual que la educativa, son para asegurar el avance y la propia permanencia del país; y mirando el futuro de los uruguayos. Nosotros.

No se sabe qué hará el Frente Amplio. La seguridad social y la educación fueron temas que preocuparon a Tabaré Vázquez, Mujica y Astori y a bastante más. Hay una cantidad, empero, que estarán en contra porque no entienden, por demagogos, porque sirve para juntar votos. Los hay peores y son los mas fanáticos, son los cuadros, esos que nadie se enteró cuándo y dónde han trabajado, que miran al Foro de San Pablo, que son kirchneristas. Son leninistas, estalinistas, fidelistas y chavistas: peor mezcla no puede darse. Quieren un modelo diferente para el país, más acorde con sus dogmas y más parecido al que aplican sus amigos.

Y oportunistas: saben que la reforma va a salir con o sin ellos y sueñan con que serán los que la disfruten; siempre que les dé resultado la demagogia. Si funciona, bárbaro. Ya habrá tiempo para decir que en ningún momento se movilizaron en contra y que poco menos fue gracias a ellos. Algo así como con la pandemia. En eso no los emparda nadie, haya o no blindaje mediático.

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