Publicidad

Ministro Larrañaga

Compartir esta noticia
SEGUIR
danilo arbilla
Introduzca el texto aquí

Jorge Larrañaga puso los números sobre la mesa. Los exhibió contento y con razón pues desde que asumió el ministerio bajó el número de rapiñas, de hurtos, de denuncias de violencia doméstica y de homicidios.

Ello, comparado este primer cuatrimestre de gobierno (marzo-junio) con el mismo período del año anterior.

Fue también una especie de “toma pa’vo” al expresidente Vázquez.

El de Ministro del Interior es uno de los cargos más ingratos. Es como el de golero: una pequeña falla y es gol en contra y nadie se acuerda de las atajadas.

Que la delincuencia esté controlada, que la gente pueda caminar tranquila a cualquier hora y por cualquier parte, que la policía sea amable y solucione problemas, que uno se olvide de cerrar el auto sin que le cause mayor estrés, cuando ocurre así, no luce. No se ve, ni se agradece; es lo que debería ser.

Pasa con las intendencias, si no hay pozos en las calles y las veredas están bien nadie se acuerda del Intendente. Pero si hay pozos y baldosas flojas todo el mundo lo recuerda; a él y a su parentela.

La gestión de Larrañaga, empero, merece algún apunte más.

Los porcentajes importan; son elocuentes, pero en materia de seguridad pública la llamada “sensación térmica” es lo que más importa; más que la real temperatura. Importa que el ciudadano se sienta seguro, que no tenga miedo de salir y circular, que no tenga que pensar siempre en rejas, alarmas y empresas de seguridad y que no necesite estar armado.

La presencia e impronta de Larrañaga y la política que lleva adelante me da la sensación de que le ha gustado a la gente y es lo que muchos ciudadanos ansiaban. Y no porque advierta con firmeza y sin temblores a los delincuentes. (Tolerancia cero, es la lectura, aunque eso no se puede decir). En definitiva, qué menos se puede esperar de un Ministro del Interior.

Pero con eso no basta y ahí lo que hay que reconocerle a Larrañaga.

Era preciso respaldar al policía, darle confianza y aliento, con palabras, con hechos concretos y con leyes. Y Larrañaga lo ha hecho y hasta se le ha ido la mano, como el caso del artículo 11 de la LUC, el que felizmente habría sido modificado en la Cámara Baja.

El ministro le ha devuelto el respeto y la dignidad a una función tan digna y respetable como lo es la de policía. La pandemia, como decía Wimpi de la peste del siglo XIV, también trae cosas buenas. Por ejemplo, resaltar la labor de los trabajadores de la salud, de los soldados y de los policías. Todos estamos agradecidos. Y lo que ellos hacen es más relevante, si cabe, frente a la actitud de otros gremios muy delicados para ponerse a trabajar pero que no tienen problemas en participar en un mitin gremial-político partidario, de noche, al frío, sin distanciamiento ni tapaboca.

Es de esperar que Larrañaga también sea firme si tiene que tirar del freno. Pienso que sí.

De la información que dio, la que más me gusto, es que prácticamente no hay denuncias de abuso policial. No creo que el ministro lo haya ocultado, además, se hubiera “viralizado”. Y ese es un buen dato, tan bueno o mejor que cualquier otro.

Con Larrañaga, por lo que se está viendo, el presidente sí la embocó.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumDanilo Arbilla

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad