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La mejor campaña

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danilo arbilla
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Carmelo Vidalín tiró la bolsa de gatos arriba de la mesa y se fue a confraternizar con Mujica y Orsi. La tormenta perfecta. “Es que los blancos somos así, somos revulsivos”, decía Wilson.

Pero no es momento.

Hace rato que se sabe de muchos que se salen de la vaina. Los blancos hoy tienen una sensación de que van a ganar, que son fija y eso hace más preciado al botín. Pero todavía falta mucho, y no hay que descuidar a los otros compañeros de ruta, cuyo aporte es decisivo, y mucho menos olvidar que los contrarios también juegan, y fuerte: al estilo kirchnerista, sin apartarse de la doctrina, de su modelo, ni de Lenin ni Fidel; ni de Chávez.

Se confunden los blancos: al que le va muy bien es al Presidente. Lacalle Pou se lo ha ganado merecidamente. Y hay que reconocer que hasta hoy ha sido para suerte de todos. Pero lo de él pienso que no se compra ni se transfiere ni menos se hereda. No se transforma en votos para otro, creo. Es como Wilson: era grande, pero no dejó herencia, aunque pululen los wilsonistas.

Mantenerse en la cresta de la ola no es fácil, por muy surfista que se sea. Se corren riesgos: por ejemplo, comenzar a convencerte de que las sabes todas y mas cuando unos cuantos te lo repiten al oído. En cualquier momento se atraviesa un custodio en contra flecha y te mueve el esqueleto.

Esto del custodio es increíble. Será por aquello de que la realidad supera la ficción. ¿Qué se les haya pasado?¿Qué no hayan preguntado? ¿Qué los hayan engañado en su momento, tramado todo desde mucho antes? Muy difícil de digerir. ¿puede ser tan sagrado un secreto de “inteligencia” para que aun sabiendo que un “pícaro investigado” es el responsable de la seguridad presidencial no se lo adviertan al presidente? ¿Y lo sabían desde hace dos años?.

Cada vez más parecidos a nuestros vecinos: tenemos nuestros propios kirchneristas, -que están por el dialogo y no odian-, hay barras bravas, farándula, periodistas militantes y opinantes, y custodios presidenciales que están en la luna. Aquí, aparentemente, era la presidencia la que estaba en la luna.

En lo que hace a candidaturas conviene ser prudentes y no viene mal mirar un poquito para atrás; no ignorar aquello de Batlle de que “el que se precipita se precipita”, o lo que advertía, un poco más acá el Beto Abdala: “pingo que larga primero, no llega”.

Tampoco a los secretarios de la presidencia les ha ido del todo bien en el después. Y menos en candidaturas. (Tengo una anécdota genial del caso Pacheco-Giorgi, pero la falta de espacio me lo impide; será en otra).

Estoy hablando del Alvaro Delgado candidato de Vidalín. No lo disimula. El Presidente le da vida y además él no deja espacio libre frente a los focos (si lo sabrá Daniel Salinas). Además se da el lujo de “babosear” periodistas. No al nivel de lo que lo han hecho Vázquez o Mujica, es cierto, o lo que pretendió hacerlo Fernando Pereira en Sarandí (lo pararon en seco), pero le gusta o siente que lo puede hacer.

Y mientras, están los que se dedican a sus tareas. Como los ministros Salinas, Mieres y García. Lo hacen en silencio pero la gente se da cuenta, igual. García, en una conferencia muy interesante, medular diría, que dio hace unos días en ADM, advirtió algo que no se debería olvidar: que sin una buena gestión no hay reelección de gobierno alguno y que la mejor campaña es, llegado el momento, mostrar lo hecho.

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