La pandemia le vino mal al Frente Amplio. No estaba prevista en su plan estratégico. Tras la derrota y pérdida del poder -pecado capital según la doctrina- la decisión fue no dar tregua al nuevo gobierno.
Recurrir a toda la dialéctica: lo peor es lo mejor. Lo vociferaron sin disimulo conspicuos dirigentes de la rama política y sindical.
Y los hechos: Tabaré Váz-quez hizo lo suyo y machacó sobre el abultado déficit y no aumentó tarifas y hasta el 27 de febrero renovaron contratos a militantes fortaleciendo la burocracia frentista. Los docentes anunciaron paros para el inicio de las clases. Pero apareció lo inesperado; ni Lenin, por citar un clásico, lo previó.
El coronavirus de entrada puso a prueba al novel gobierno y este estuvo y ha estado hasta ahora a la altura de las exigencias. Se ha ganado el respeto de extraños y el favor y apoyo de los uruguayos en su gran mayoría.
La peste, a su vez, desnudó totalmente a los gobiernos frentistas: los pobres, los informales y la gente en situación de calle no nacieron en 13 días. Y además, el déficit y más y más funcionarios. La gente aplaudió cuando les bajaron los sueldos.
La calentura no fue chica, como muy bien lo reflejo Molina. Enfurecieron y simultáneamente con el triste papel del expresidente Vázquez, -¡qué necesidad!-, cambiando el discurso, contradiciéndose y autoasignándose roles de “salvador”, que no le caben, buscaron socavar por otras vías. Pero les ha salido mal: las renuncias en la salud, y algunas otras por ahí, lamentables, la trabas de maestros y maestras, todo fue muy feo.
Y también el plan de soluciones alternativas, que ni ellos se lo creyeron.
No desisten, empero: “un paso adelante, dos pasos atrás” como escribió y marcó la línea V. I. Lenin. (El valor de los clásicos).
Ahora arremete contra la ley de urgencia un aumentado “Pit-Cnt y organizaciones sociales” para evitar el riesgo de caer en “trade-unionism” -según advertía Vladimir Ilich- y a la vez tratar de organizar y disciplinar a los “ obreros y trabajadores sin partido”.
Pero como no es fácil de buenas a primera encolumnar a todos a la orden del Partido, no descuidan los temas que verdaderamente atañen a los trabajadores.
El caso de la ocupación de los lugares de trabajo, por ejemplo. Ya el presidente del PIT prometió que ocuparán cuando sea necesario. Con ley o sin ley.
Nos guste o no. No es poco: de antemano anunciar que violentará la ley, y la constitución que prevé el derecho de huelga, el derecho al trabajo y el derecho de propiedad. Y además, desconoce hasta las recomendaciones de la OIT. Para el sindicalista parecería que el derecho de huelga es un derecho absoluto, que puede avasallar cualquier otro derecho o libertad de los ciudadanos, e incluso la constitución.
Y por su lado y para contribuir al agite, los funcionarios encontraron un motivo para movilizarse y se los dio el “saliente” presidente de Antel con la presupuestación de 857 contratados.
¿Es raro, no? ¿Por qué no lo hizo el 27 de febrero? ¿ No se acordó? ¿ O todo es parte del juego?
Da la sensación de que con vistas a la recuperación del poder, a algunos les toca hacer y ejecutar lo que se les indica, mientras otros, empapados en la doctrina y con sus clásicos muy a mano, los van guiando.