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Ingratitud y trampas

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DANILO ARBILLA
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No le dedico mucho tiempo a las redes. No estoy pendiente. No las niego; ¡bueno sería! Lo mío es una cuestión de costumbre: tantos años en otra cosa.

Reconozco sí que Twitter es una forma de comunicación que puede ser siniestra, pero a la vez maravillosa. Azuza el ingenio y el poder de síntesis. Yo pienso que Cristo hablaba en Twitter. Las Bienaventuranzas son algo de eso. Pocas palabras que dicen y encierran mucho.

Alguien me hizo llegar dos tuits, uno de Javier de Haedo y otro de Conrado Hughes, en relación a una advertencia que el intendente de Maldonado, Enrique Antía hizo al “que se haga el loco con los precios” (Montevideo Portal).

De Haedo tuiteó: “Para que los argentinos se sientan como en casa”.

Impecable y lapidario. Con amplio margen para numerosos análisis, con distintos enfoques y variadas conclusiones.

Tras él, Hughes provocó: “Las manías de todas las temporadas! El legado inmarcesible de la Coprin! Un reflejo pachequista.”

Hughes puso el dedo y revolvió en la llaga, en un país en que Pacheco es una mala palabra y ser pachequista algo así como ser portador del Covid.

Sin embargo, la entonces CNT tuvo su delegado en la Coprin. Dio muy buen resultado al principio; después se relajó. Una buena parte de los dirigentes sindicales, en particular los que son cuadros del Partido Comunista, deberían estar agradecidos: la Coprin les dio una gran manito en su objetivo de partidarizar el movimiento sindical con el Partido como máximo conductor del proletariado, según lo indicó Lenin. Fue mucha más productiva la Coprin, que la “reforma amarilla” que los comunistas -con carátula de FIdeL- impulsaron en la Asamblea Nacional de Sindicatos en 1966, que dividió e impidió, hasta hoy, la creación e institucionalización de una Central propiamente dicha.

Otro caso de ingratitud es el de Fucvam, un subproducto derivado del Plan Nacional de Viviendas que impuso por ley Pacheco Areco. Plan que ha beneficiado a mucha gente humilde y de clase media. Si fueran justos en el salón de asambleas Fucvam deberían tener un gran retrato del expresidente colorado y además promover que al frente de varios grandes complejos habitacionales haya un busto de Pacheco, por lo menos.

Me atrevo a decir que cuando la ley se propuso Fucvam, de haber existido, se habría opuesto. Como lo hace ahora contra la LUC, incluso con alguna propaganda tramposa según surge de otro tuit que llegó a mi mesa. Esta vez de la senadora blanca Graciela Bianchi quien anuncia que denunciará por engañosa ante los organismos correspondientes una publicidad apuntalada por Fucvam respecto al régimen de alquileres. Sin duda este es un tema sobre el que se está mintiendo mucho y sobre el que se está tratando de manipular y confundir a la población.

No está en juego en ello, creo, la libertad de expresión por cuanto la defensa de esta en todo el mundo prevé castigos para quienes actúan con real malicia, con negligencia o difunden a sabiendas información falsa.

En materia de publicidad, además, existen códigos de regulación o autorregulación para poner frenos a ese tipo de propaganda en que falsedades se dan como ciertas y con las que se pretende manipular al consumidor.

Y en el plano político se supone que hay normas éticas aceptadas y por todos sabidas, que rechazan la mentira y el engaño. Pero en esta cuestión y en este plano tampoco pidamos peras al olmo.

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