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Si yo fuera Pereira

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DANILO ARBILLA
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Si yo fuera Fernando Pereira no agarraba. No entraba. No dejaría la presidencia del Pit-Cnt. Si pudiera, seguiría; por lo menos hasta después del referéndum.

Es lo lógico: con la recolección de las firmas contra la Ley de Urgente Consideración, Pereira, al frente de la central de trabajadores -con él como nunca más “central” que “convención”-, y a contrapelo de la dirigencia política del Frente Amplio, concretó el primer logro real para una izquierda que tras la última derrota electoral, malherida, mostraba una ferocidad sin aciertos.

Hasta las firmas todos eran palos de ciegos. Interpelaciones inventadas, forzadas y frustradas -incluso hasta estas horas- que por mucho ruido que hagan por un ratito y, que no es tanto, solo consiguen desgastar al Frente Amplio (FA) y mostrar la ausencia de liderazgo y de una figura de equilibrio que evite los chisporroteos.

Pereira aparece desde el Pit-Cnt con un poder de convocatoria similar al de los líderes “mayores” e históricos, -en natural retirada-, y cómo no lo han conseguido hasta ahora los aspirantes a delfines que meten codo en cada grupo o partido integrante de la coalición.

Su candidatura a la Presidencia del FA no se sabe si es su coronación o la mejor forma de frenarlo, de mediatizarlo; meterlo en el juego y sacarlo de la troya.

Decididamente ser Presidente del FA tiene más pompa y figuración que serlo del Pit-Cnt.

Es mucho protocolo, pero si Pereira acepta el cambio, pierde poder. Poder real: el que implica la propia conducción del movimiento sindical, reforzado con la imagen y el prestigio ya ganado; y propio.

Y además, con buenas perspectivas de seguir creciendo desde ese lugar, sin necesidad de dar el salto ahora y a la espera de un salto más grande a futuro.

La central es quizás la fuerza mayor que tiene el Frente Amplio. En términos de movilización, de convocatoria, de lo que sea.

Desde la presidencia del FA, en tanto, ¿qué puede hacer Pereira? ¿Marcarle pautas y llamarlos a consulta a Cosse o a Orsi, en cuanto al manejo de sus parcelas o reconvenirlos frente a eventuales como seguros choques por “la candidatura”? ¿Puede encarar un diálogo con potestades para concretar un acuerdo, con quien sea? ¿Sin consultar y sin el acuerdo del MPP, del PC?

La presidencia del Frente Amplio, si se quiere ejercer, desgasta.

Lo inteligente, para el bien de la central y de la propia izquierda, sería postergar todo. Elección de autoridades tanto en el PIT como en el FA.

Que Pereira siga hasta al referéndum; él es la figura “ganadora”.’

Para Pereira es como apostar y ganar. Con que los votos por la derogación de la LUC superen en algo el numero de firmas presentadas, ya constituye una triunfo del dirigente sindical. Y de ahí para arriba.

Si así se da, Pereira puede aspirar a más, aunque eso no les guste a Cosse, Orsi y Andrade.

Quizás tampoco les guste a quienes en la teoría y en la práctica, si pueden, rechazan a los hombres fuertes cuyo poder sobrepase al de la propia Nomenklatura; es decir, al del Partido. Andrés Danza en su columna de Búsqueda, habla, en función de sus fuentes, de una “maniobra”, encabezada por los comunistas “para bloquear por un tiempo una eventual carrera presidencial de Pereira”.

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