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Asuntos internos

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danilo arbilla
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Cero a cero y pelota al medio. Este es otro partido. Como lo fue después de las internas. La diferencia es que ahora solo participan dos: es una final. Existen mayores certezas, sí, para pronósticos y para manejar eventuales favoritos. Hay una especie de tabla anual.

Lo que importa ahora es la conformación de los equipos para esta instancia decisiva, de la cual surgirá el que habrá de jugar en la gran liga: la de gobernar al Uruguay durante los próximos cinco difíciles años.

Lo de Luis Lacalle Pou, como enseguida de las internas, ha sido impecable.

Lo ha venido haciendo bien. Y mejor ahora en momentos en que tiene que armar y armonizar a la otra coalición que participará en el balotaje.

Gran conocimiento de los planteles y de los asuntos internos. Fue a la Casa del Partido Colorado, con todo lo de trascendente y emblemático que ello implica, mostrando ser un buen tejedor. No era fácil. ¿Qué iba a hacer? ¿Convocar o arreglar una reunión con la fórmula Talvi-Silva, que obtuvo menos de la mitad de los votos del partido y dejar por fuera al expresidente Sanguinetti, quien antes que ninguno clamó por la gran coalición democrática, y que consiguió 4 de cada 10 votos colorados?

No podía tampoco invitar o acordar con los tres a la vez: hubiera sido inmiscuirse en asuntos internos. Entonces fue a la sede del Partido Colorado y se reunió con todos los colorados. Luego siguió la marcha y se dio una vuelta por las sedes de los otros socios potenciales. Miel sobre hojuelas.

Está preparado para la carrera. Eso sí Lacalle tuvo un poco de suerte, lo que también es bueno -Napoleón prefería generales con buena suerte por sobre cualquier otra virtud.

Qué dilema si Cabildo Abierto hubiera salido tercero. Y eso no ocurrió por un pelito. Si que hubiera sido una encrucijada: darle prioridad a la historia o seguir el orden de los resultados. De haber sido esto último podría haberse tomado como una afrenta, quizás, lo que hubiera conspirado contra la coalición a la que de antemano Talvi, por su lado, le había puesto muchos palos en la rueda.

Pero Lacalle ligó. Lo de Cabildo Abierto igual sorprendió. Lo de los colorados era más previsible. Después de las internas escribimos “Talvi no ofrece nada diferente. Ni el Talvi de otrora, Chicago Boy, que renegaba del batllismo y hasta de los colores del propio partido y resumía en lo que él llamaba “el sanguinetismo” todo lo que había que desterrar de la política; ni el Talvi que sufrió la metamorfosis que le permitió ganarle a Sanguinetti (…). La imagen y la oferta colorada se desfiguró. Sirvió para la interna pero comprometió su suerte futura, creo”. (Revista Noticias- Edición Uruguay N° 14, del 3 de julio del 2019, “Listos ya”, págs. 28-29). El Partido Colorado no pudo salir del pozo: el discurso o los discursos posteriores de Talvi no ayudaron en nada.

Sin embargo no se puede decir eso sobre su discurso tras las elecciones, que supongo obedecen a un consenso partidario, que implicó una firme y responsable toma de posición en apoyo a Lacalle y de respaldo a la coalición democrática.

Con este panorama podría decirse que Lacalle lleva las de ganar pues contaría con los votos de su partido y diría que con casi el 100% de los votos colorados y el 100% de los de Cabildo Abierto más un 2% de los otros partidos con lo que superaría cómodo el 50%, y todo lo que traiga la ola.

Veamos ahora el otro combinado, la otra coalición, la de izquierdas. Estaba previsto que los “asuntos internos” en el Frente Amplio iban a pesar más. Que en las elecciones generales la lucha por el dominio del FA, fundamentalmente entre el MPP y el Partido Comunista iba a distraer esfuerzos que debían volcarse al candidato. Que después sí, todos con la unidad como estandarte darían su decidido apoyo a la candidatura de Daniel Martínez.

Pero parece que se distrajeron de más: dejaron muy solo al candidato y este se sintió demasiado autónomo. El resultado no fue el mejor y ahora hay que remar contra la corriente. Eso es lo que dicen los números.

Es un equipo que tiene garra, y muchos recursos, incluso los del Estado, los que llegado el caso utiliza sin ningún tipo de reparos, ni constitucionales ni de otro tipo. El Tabaré Vázquez que no permitía a sus ministros participar de la campaña electoral no es el mismo de ahora que les abrió las compuertas y dale que va.

Ahora sí todos van a salir a marcar y utilizar sus habilidades y artes. El MPP parece que tomó la responsabilidad por ser mayoría. El mujiquismo ganó cómodo mientras que los comunistas, que triplicaron, esperarán agazapados que en esto son expertos (en esperar y en agazapados). El MPP puso su mejor cara como ariete: la del intendente de Canelones, Yamandú Orsi, quien, dicho sea al paso, es el que se parece menos a un emepepista.

No creo que lo de Orsi sea para prepararlo para las próximas previendo perder estas, como oí por ahí. Están muy lejos. Tampoco creo que estén dispuestos a dejar el poder así nomás. Sería como pensar que el alacrán pierde su condición de tal.

Harán todo por ganar. Para ello pueden hacer muchas cosas, pero enfrentan un riesgo: el de deslucir aún más al candidato dejándolo muy para el costado.

Y ello puede tener rebotes negativos. Por un lado que definitivamente a los uruguayos no les seduzca tener un presidente tan apagado e incluso, por el otro, que a muchos los seduzca aún menos tener a un presidente manejado por el MPP y el Partido Comunista (más Olesker) y las perspectivas de una profundización en la aplicación del socialismo marxista leninista.

Máxime cuando se anticipan tiempos económicos bastante difíciles que para enfrentarlos no basta con abrirse ante UPM, o con la aplicación del Socialismo tipo cubano o el Socialismo del Siglo XXI de Chávez y Maduro. Con tal perspectiva puede incluso que hasta Constanza Moreira se transforme en nostalgia.

Hay empero un sector de ciudadanos que no avizora tales peligros y siente que están mejor y no ven por qué cambiar. A los votos de esos, a los de los que no lo votaron ya, habrá de apelar el Frente.

En eso estamos. Conclusión -y para no comprometerse mucho- los partidos se juegan en la cancha.

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