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Victorias derrotadas de Macri y del Papa

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claudio fantini
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Macri siente que ganó. Que el sólo hecho de habilitar un debate que nadie se había atrevido a abrir, lo deja en la historia con letras mayúsculas.

Habría sido de ese modo si entre los sepultureros de la Ley no hubiera tantos senadores del oficialismo. Los discursos más lúcidos a favor de la legalización del aborto, fueron pronunciados por miembros de Cambiemos. Pero también eran de la fuerza gobernante los senadores que dijeron los discursos más obtusos.

La vicepresidenta es otra de las razones por las que Macri no puede sentirse ganador. La arbitrariedad con la que condujo el debate en el Senado y la violencia verbal que reveló un indiscreto micrófono abierto, mostraron un lado agresivo y oscuro de la mujer que en su momento aportó humanidad a la imagen de Macri.

Lo más probable es que de haberse realizado un referéndum, la mayoría de los argentinos habría votado como en su momento votaron las catoliquísimas Italia, Portugal e Irlanda. Pero votaron los senadores y el resultado es que Argentina mantiene una legislación redactada y aprobada en 1921.

¿Esto implica que ganó el Papa? Podría ser de ese modo, si se tiene en cuenta que Francisco en persona encabezó una campaña fuertísima para impedir la aprobación de la Ley sobre interrupción del embarazo. Describió como “nazis” a quienes defienden la legalización, presionó a medios de comunicación y a los senadores, mientras sus obispos emitían documentos señalando que si el Congreso aprobaba la Ley Argentina sería una “dictadura”.

A la pulseada política sin duda la ganó el Papa argentino. Ha demostrado el poder que él y la iglesia tienen sobre el Estado. Pero cuando una religión impone sus convicciones a través del poder que ejerce sobre el Estado, es porque está perdiendo influencia sobre la conciencia de las personas, que es el ámbito en el que debe actuar la prédica religiosa.

El Papa logró una victoria paradójica porque deja a la vista el constante retroceso de su influencia en la conciencia de la gente. La victoria de la iglesia estaría en que las mujeres no quieran abortar; y no que exista una ley que se los prohíba. Si hubiera estadísticas sobre la filiación religiosa de las mujeres que interrumpen sus embarazos, quedaría a la vista que la prédica de la iglesia no gravita en las personas. Por eso se vale del Estado y de las leyes, un terreno en el cual el debate debiera ser secular.

Es posible que esta demostración de poder que hizo el Papa sobre el Estado y sus leyes, tenga un efecto contraproducente y haga crecer el rechazo a la injerencia religiosa en la política y en la legislación, acrecentando el reclamo de un Estado decididamente secular que ya no pague sueldos a la jerarquía eclesiástica ni privilegie el rol del catolicismo en la sociedad, como lo hace la Constitución.

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