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Vacunas y guerra política en Argentina

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CLAUDIO FANTINI
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Como dijo en 1917 el senador norteamericano Hiram Johnson, “en la guerra, la primera víctima es la verdad”, y como en Argentina se vive una guerra política, todo lo que se lee y escucha debe ser tomado con pinzas.

Con el país divido en trincheras, si lo que se busca es aproximarse a la realidad de los hechos y no abrazarse a versiones sobre esos hechos, la duda es más recomendable que la certeza. El problema de este tiempo es que son demasiados las personas que no tienen interés en buscar la verdad, porque prefieren abrazar certezas.

“En tiempos de guerra, la verdad debería ser custodiada por guardaespaldas para protegerla de la mentira”, dijo Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial. Eso debió hacerse en Argentina para que la pandemia no se convierta en otro campo de batalla. Establecer un mecanismo oficialista-opositor que de un blindaje a las decisiones para ponerlas al resguardo de la especulación y la utilización política.

No lo hizo el gobierno ni lo reclamó la oposición, por eso una parte de la población argentina naufraga en incertidumbres mientras otra parte se abraza a las certezas que reconfirman y, por ende, satisfacen su posición política.

Como otras naciones de este tiempo, los argentinos también se dividen entre los que prefieren la duda al precio de la desesperante incertidumbre, y los que prefieren la certeza autocomplaciente que sólo se sustenta en la fe ideológica y política.

Lo que la realidad parece mostrar objetivamente, es que de lo único que se puede estar seguro es de la irresponsabilidad, cuando no oscura intencionalidad, de ciertos actos y pronunciamientos.

Fue irresponsable, además de absurdo, que Elisa Carrió se negara a recibir la vacuna Sputnik aduciendo que a Rusia la gobierna una dictadura. Y mostró una oscura intencionalidad Cristina Kirchner al sostener, mediante una ironía, que son Rusia y China las que están salvando a la Argentina de los estragos de la pandemia.

La intención latente en las insinuaciones de la vicepresidenta se explicitan en el pronunciamiento de Sabino Vaca Narvaja, el embajador argentino en China que actúa, más bien, como un representante del Estado chino ante la Argentina.

El joven kirchnerista que reemplazó en la embajada de Beijing a un diplomático de vasta experiencia como Luis Kreckler (acusado de demorar el acuerdo con China para adquirir la vacuna Sinopharm) tuvo pronunciamientos propiciando un alineamiento total con la potencia asiática.

A eso se suman las posiciones asumidas por el gobierno de Alberto Fernández sobre las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela y sobre la última escalada entre Israel y Hamas, alineando el país con las posiciones de Rusia y China.

Semejante marco justificar sospechar que, a partir de un momento determinado, el gobierno empezó a declinar su interés por adquirir vacunas norteamericanas.

Declaraciones, actitudes y posicionamientos permiten dudar que el equipo presidido por Alberto Fernández haya hecho todos los esfuerzos para sumar el producto de Pfizer al arsenal de vacunas que hacen falta en una situación como la que impone la pandemia.

Tan lógica resulta esa duda que, al cobrar en los últimos días una fuerza inusitada, el gobierno habría empezado a hacer lo que sobre finales del año pasado había dejado de hacer: esforzarse por al alcanzar el acuerdo con Pfizer. Ahora sí es probable que el país acceda a esas vacunas. El gobierno necesita disipar toda sospecha.

No se trata de creer en la aventurada afirmación de la titular del PRO, Patricia Bullrich, sobre un pedido de coima rechazado por Pfizer. Sería una estupidez pedir “retorno” a una empresa cuyo producto tiene una demanda gigantesca. A las coimas las pagan quienes, además de escrúpulos, carecen de demanda; no las que tienen productos sobre-demandados. Pero es posible que la presión del kirchnerismo haya menguado el interés del gobierno por comprar Pfizer.

En definitiva, la vicepresidenta, el embajador en China y los pronunciamientos internacionales de Argentina parecen revelar la existencia de un proyecto de alineamiento geopolítico con el eje ruso-chino, que se encuentra en etapa de gestación.

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