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Trump, razón y sinrazón

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CLAUDIO FANTINI
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Trump pasó de suspender la financiación a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a anunciar que Estados Unidos dejaría de integrar el organismo de la ONU que diseña y gestiona políticas sanitarias a escala global.

La decisión del presidente norteamericano puede analizarse desde dos ángulos de observación. Uno enfoca la razón o no de su crítica a la OMS. El otro depara en si es correcta o no la forma que eligió el jefe de la Casa Blanca para canalizar su cuestionamiento.

Desde el primer enfoque se ve claramente una serie de actitudes de las máximas autoridades de la OMS que justifican sospechar genuflexión ante el régimen chino. Si bien los empalagosos halagos del director Tedros Adhanon a la gestión china de la pandemia podrían considerarse dentro de las formalidades diplomáticas que a menudo exageran las autoridades de ese tipo de organismos, es evidente que la demora china en admitir lo que estaba ocurriendo indujo a la OMS a difundir al mundo una visión equivocada. Y ese error tuvo graves consecuencias.

A eso se sumó la desatención que las autoridades de la OMS prestaron a los informes que recibió de Taiwán. En ese punto queda expuesta una genuflexión que alcanza el rango de complicidad.

De haber recibido y analizado lo que le informaba la presidenta taiwanesa Tsai Ing-we, habría podido mostrar al mundo lo que el régimen del PCCh parecía ocultar. Si el científico etíope que encabeza la OMS no quiso recibir ese informe, fue por ceñirse de manera inaceptable a la exigencia china de no tratar con Taiwán.

Al concluir la guerra civil, en la isla que los portugueses llamaron Formosa, se había atrincherado Chiang Kai-shek, su gobierno y la dirigencia de su partido, el Kuomintang, logrando durante más de dos décadas ser reconocido como gobierno de China nacionalista. Pero desde que a mediados de la década del setenta Richard Nixon y Mao Tse-tung coronaron con un acuerdo las negociaciones de Henry Kissinger y Chou En-lai, China logró que Taiwán perdiera su asiento en la Asamblea General de la ONU y sea considerada por el mundo como la considera Pekín: una “provincia china en rebeldía”.

Que esa sea aún hoy la condición de Taiwán en el concierto internacional, no quiere decidir que un organismo abocado a la salud mundial pueda cerrarle la puerta cuando le advierte sobre un grave peligro sanitario para el mundo entero.

Para encuadrarse en la consideración que impone China a Taiwán, a Tedros Adhanon le habría alcanzado con referirse a información proveniente de la “provincia china en rebeldía”. Lo que nunca debió hacer, es rechazar esa información.

Esa actitud justifica sospechar que el PCCh ejerce una influencia oscura sobre la cúpula del organismo de Naciones Unidas. Pero no es éste el momento para investigar los presuntos ocultamientos que hizo China y la posible complicidad de los directivos de la OMS. El momento de las investigaciones y las acusaciones empezará cuando termine la pandemia.
Si Trump se está adelantando, es para ocultar sus propia responsabilidad en los estragos que el virus causa en EE.UU. La demora de China en advertir al mundo no justifica la posterior demora de Trump para actuar en consecuencia.

Esa tardanza injustificada se sumó al desmantelamiento de estructuras científicas anti-pandemia que había creado Obama. Además, sacar a Estados Unidos de la OMS parece un favor a los laboratorios norteamericanos que buscan la vacuna y que no querrían renunciar a las ganancias que podría depararles si aplicaran la exigencia de la OMS de que la vacuna sea de libre acceso en todo el mundo.

Pero aunque Trump hubiera actuado de manera temprana y responsable, cortar la subvención a la OMS ahora es una irresponsabilidad.
La OMS tardó en reaccionar y cuando lo hizo, cometió errores. También cometieron errores la agencia de salud de la Unión Europea y la mayoría de los gobiernos y entidades sanitarias internacionales.

La tardanza y los errores iniciales no deben tapar las medidas acertadas que también tomó el brazo sanitario de la ONU.

El mundo seguiría en peligro si, al terminar la pandemia, no se dilucida la actuación del régimen chino y su relación con el equipo de Tedros Adhanon. Pero debilitar a la OMS en el medio de un cataclismo sanitario global, es una irresponsabilidad que también pone al mundo en peligro.

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