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Putin frente al desafío nórdico

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Claudio Fantini.
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Las consecuencias de la acción de Vladimir Putin siguen marchando a contramano de su intención. Al enviar la interminable división blindada que avanzó desde Bielorrusia hacia Kiev, el líder ruso pretendía acabar con Volodimir Zelenski, además de poner bajo control de Moscú la totalidad de Ucrania.

La información de inteligencia que le había transmitido el generalato decía que el presidente ucraniano huiría despavorido ni bien los tanques rusos se acercaran a la capital y que, si no huía, los militares ucranianos lo derrocarían y colaborarían con el ejército invasor.

No sólo nada de eso ocurrió sino que, en lugar de escapar como una rata mostrando falta de estatura política y de liderazgo, Zelenski se quedó en la mismísima Kiev y lideró la resistencia, acercándose a la estatura de Churchill en la mirada sorprendida de la mayor parte del mundo.

El jefe del Kremlin quería aplastar al presidente ucraniano pero lo agigantó. Lo mismo le ocurrió con lo que denuncia como un cerco de la OTAN contra Rusia. Quería reducir la presencia de la alianza atlántica en sus fronteras, pero la invasión de la Ucrania motivó la decisión sueca y finlandesa de incorporarse a la estructura defensiva de los aliados euro-norteamericanos.

También en ese punto estaría logrando exactamente lo contrario al objetivo que pretendía lograr. Y no podía ser de otra manera. La invasión de Ucrania y las muertes y destrucción que está causando sin que el país invadido haya atacado a Rusia ni realizado algún tipo de sabotaje contra Rusia ni financiado terrorismo en Rusia, es la más elocuente, clara y contundente explicación de por qué los países que se encuentran en los alrededores del gigante euroasiático golpean las puertas de la OTAN.

Ni Finlandia ni Suecia habían mostrado interés en formar parte de la alianza atlántica antes de que Putin lanzara una maquinaria militar gigantesca sobre los ucranianos. Ambos países escandinavos estaban cómodos en la neutralidad que les permitía ser europeos y occidentales en el modo de vida, la modalidad económica y el sistema jurídico-político, manteniendo buenas relaciones comerciales y de otros tipos con Rusia. Pero el brutal zarpazo del oso ruso contra Ucrania, con argumentos que parecen burdas patrañas, como el de “desnazificar” ese país, les instaló una necesidad que antes no habían sentido: integrarse a la coalición militar de las potencias occidentales.

Putin quiso impedir el ingreso de un país, pero terminó provocando el ingreso dos otros dos.

Finlandia mantenía la neutralidad que le impuso Stalin tras el triunfo del ejército soviético en la “Guerra de Invierno” que se desató al invadir el país escandinavo para arrebatarle el istmo de Carelia, buscando dar profundidad a las fronteras junto a Leningrado, la actual San Petersburgo.

Durante la Guerra Fría y tras la desaparición de la Unión Soviética, los finlandeses confiaron en la neutralidad. Pero a esta altura de la catástrofe humanitaria que Putin está causando a Ucrania, las encuestas muestran que una amplísima mayoría de las poblaciones en Ucrania y en Suecia están de acuerdo con ingresar a la OTAN por temor a la Rusia de Putin.

El jefe del Kremlin ya amenazó con acciones militares pero ¿cómo puede abrir un frente nórdico cuando aún está lejos de lograr el triunfo en el frente que abrió en el Oeste?

Es posible que, tanto Helsinki como Estocolmo, hayan apurado sus decisiones de entrar a la alianza atlántica, precisamente por encontrarse Rusia empantanada en un conflicto que le está consumiendo mucho más tiempo y energías militares y económicas, además de bajas en sus filas, de las que previó al iniciar la invasión.

Al mismo tiempo, si el presidente ruso no hace nada frente al desafío planteado por los escandinavos, es posible que otras ex repúblicas soviéticas que han sufrido zarpazos rusos, como Georgia y Moldavia, consideren que éste es el momento de intentar el ingreso a la coalición militar euro-norteamericana.

Si Putin quisiera cumplir con sus advertencias y amenazas contra suecos y finlandeses, como no estaría en condiciones de invadirlos como hizo con Ucrania, sólo podría recurrir al poderío aéreo, por lo tanto tendría que lanzarles lluvias de misiles. O algunos pocos, pero con ojivas nucleares.

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