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De presidente poderoso a prófugo

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Claudio Fantini
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Posiblemente, se trata de un episodio más en la guerra entre el presidente actual y su antecesor. Pero eso no implica, necesariamente, que Rafael Correa sea la víctima inocente de la persecución política que describe.

La prisión preventiva que se dictó contra él deviene de un caso extraño: el presunto intento de secuestro del opositor Fernando Balda, el 2012, en Colombia. No obstante, lo significativo es que sobre aquel hecho, no fue la Justicia ecuatoriana, por entonces sumisa a Correa, sino la Justicia de Colombia la que llegó a la conclusión de que los cinco maleantes que se llevaron por la fuerza a Balda y lo liberaron cuando la policía (alertada por un grupo de taxistas) los alcanzó, habían recibido dinero de tres agentes de inteligencia de Ecuador.

Esos agentes respondían al jefe máximo del espionaje ecuatoriano, Pablo Ramos, reiteradamente cuestionado por usar el aparato de inteligencia para espiar a opositores y a críticos del gobierno. De tal modo, no resulta descabellado pensar que Correa pudo haber ordenado el secuestro del exdirigente de Alianza País que saltó a la oposición y, desde las filas del partido Sociedad Patriótica, hizo fuertes denuncias de corrupción.

Tampoco es descabellado sospechar que el presidente Lenin Moreno mueva hilos para que la Justicia avance contra Correa, después de haber sacado de la vicepresidencia al ultracorreísta Jorge Glas, encarcelándolo por supuesta corrupción durante el gobierno anterior.

Desde que entró al Palacio de Carondelet, quien había sido el manso vicepresidente del volcánico Correa, abandonó el modelo político de su mentor y lo enfrentó con dureza.

Entre otras cosas, lo acusó de haber desguarnecido la frontera con Colombia para facilitar a las FARC el tráfico de cocaína y tener guaridas en Ecuador. De hecho, en el 2008, cuando dos aviones Supertucano atacaron y mataron al comandante Raúl Reyes, el campamento bombardeado estaba en territorio ecuatoriano. Por eso aún opera en esa zona el remanente de las FARC que asesinó a periodistas del diario quiteño El Comercio.

Por haber sido el ministro de Defensa que diseñó la Operación Fénix, Juan Manuel Santos concedió la extradición de Balda, buscando conciliar con Correa. Pero la investigación que ordenó la Justicia colombiana siguió su curso y fue la que derivó en la orden de prisión contra Correa.

Seguramente, el expresidente no será encarcelado porque Ecuador no tiene convenio de extradición con Bélgica y quizá precisamente por eso (y no por su esposa belga) es que eligió Bruselas para radicarse tras dejar el poder. De todos modos, las alertas rojas de Interpol obligarán a Rafael Correa a permanecer en Bélgica. Y el solo hecho de que no vuelva a Ecuador es bueno para Lenin Moreno.

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