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Oscurece en España

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Claudio Fantini
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El ultranacionalismo español nace con los reyes católicos y la cruzada que puso fin a la larga "Reconquista" derrotando al Reino Nazarí de Granada y al emir Muhamad XII.

A renglón seguido, se abatió sobre el judaísmo del Sefarad y unificó el territorio con una fuerte impronta centralista y religiosa. Por eso el ultranacionalismo ha tenido siempre un componente ultracatólico en España. La diversidad ha sido el enemigo al que atacar. Y contra la diversidad apuntó el falangismo, la ideología que marcó el siglo XX español con una atroz guerra civil y con la dictadura confesional, centralista y castellanizante de Franco.

El ultranacionalismo parecía enterrado junto al "generalísimo" en el Valle de los Caídos, pero de repente irrumpió con fuerza despertando antiguos fantasmas que la exitosa España liberal había conjurado.

Andalucía volvió a ser el escenario. Por eso la extrema derecha que dio el salto en las urnas, proclamó una nueva reconquista que otra vez comienza en el antiguo Al Andaluz y "se extenderá" al resto del país.

Vox es el partido más joven, pero en él renació el espíritu más viejo. Expresa la intolerancia a la diversidad lingüística y nacional que Franco sojuzgó por largas décadas. También expresa la religión como instrumento político y actualiza ese rasgo de identidad nacional embistiendo contra la homosexualidad, el feminismo y otras reivindicaciones de género.

Desde la radicalidad, el partido que acaba de llevar por primera vez al ultranacionalismo a un Parlamento de España plantea abiertamente su objetivo de abolir las autonomías.

¿Por qué Vox irrumpió de manera tan potente en el único país europeo donde no hacía pie la extrema derecha?

Habría varias causas. El desgaste provocado por el poder longevo del PSOE en Andalucía, la tierra de Felipe González y de los mayores índices de pobreza. También el independentismo catalán amenazando con desgarrar el mapa de España. Por cierto, igual que en el resto de Europa, la xenofobia que se inflama con la inmigración que llega desde África. Y finalmente, el malestar que genera en buena parte de la sociedad un gobierno central que no surgió de las urnas, sino de un voto de censura contra Mariano Rajoy.

Desde que asumió la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez se ha fortalecido, colocando al PSOE por encima del PP en las encuestas nacionales. Pero su alianza con los independentistas catalanes, con los nacionalistas vascos y con la izquierda antisistema que representa Podemos, en lugar de adelantar los comicios generales, generó indignación en la vereda opuesta. Parte de esa indignación se canalizó hacia la derecha extrema.

La pregunta es qué decisión tomará la centroderecha andaluza: ¿se aliará a Vox para sacar del poder a los socialistas? ¿o comprenderá que la verdadera centroderecha está más cerca de la centroizquierda que de la ultraderecha?

De momento, los líderes del PP y de Ciudadanos parecen tentados a sumar a Vox al gobierno de Andalucía. En soledad, Manuel Vals, ex primer ministro francés nacido en España y aspirante por Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, lo expresó con claridad: "no puede haber compromiso con la extrema derecha".

Si la sensatez primara sobre la codicia política, el próximo gobierno andaluz debería ser una "gran coalición" (centroderecha-centroizquierda) asociando a Ciudadanos, el PP y el PSOE, y excluyendo a Vox.

Pero la codicia y el revanchismo primarían sobre el debilitado espíritu liberal de la democracia española.

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