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El mensaje de la urna

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CLAUDIO FANTINI
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Una de las claves del liderazgo democrático es saber leer el mensaje de las urnas. Ese mensaje tiene un trazo grueso y también tiene letra chica. La cuestión es leer la letra chica. Decodificar e interpretar ese recado es un elemento de crucial importancia.

¿Qué ven Alberto Fernández y Mauricio Macri cuando miran los números que exhibe el escrutinio? Quedarse en el trazo grueso será autocomplaciente. Llegar a la letra chica será la señal de lucidez.

Si el presidente electo se queda en el trazo grueso, no entenderá el mensaje principal de las urnas: no hay lugar para un retorno a los ideologismos y el sectarismo inquisidor que caracterizaron a los gobiernos kirchneristas.

Haber quedado por debajo del cincuenta por ciento a pesar de la debacle económica con que llegó a la elección el gobierno, no se explica por méritos del candidato derrotado sino por los temores y las aversiones que genera la vicepresidenta electa.

Consciente del alto nivel de rechazo, Cristina Kirchner debió cederle la candidatura principal a quién se había marchado de su primer gobierno y la había criticado duramente hasta hace pocos meses. Fue precisamente eso lo que permitió que la fórmula Fernández-Fernández uniera el peronismo y perforara el techo que tenía Cristina.

El candidato comenzó la campaña dejando en claro las diferencias con su compañera de fórmula y prometiendo cerrar la “grieta”, pero sobre el final tuvo una frase que podría explicar la pérdida de votos a último momento: “Cristina y yo somos lo mismo”.

Si decodifica correctamente el mensaje de las urnas, el ganador de la elección entenderá que lo más importante de todo lo que dijo desde que asumió la candidatura, es la frase que pronunció al llegar al lugar donde votó: “se termina el ´nosotros’ y el ‘ellos’”.

Por cierto, la frase puede entenderse en relación a la sobredosis de “nosotros y ellos” que, intentando valerse de “la grieta” que divide a los argentinos, hizo Macri durante su campaña. Pero un profesor universitario de Derecho sabe que, en la teoría política, esos términos remiten a la dicotomía que postuló como esencial Carl Schmitt.

En su libro El Concepto de lo Político, el jurista alemán ataca los fundamentos de la democracia liberal planteando la política desde un “nosotros” cuya existencia se afirma en la existencia de un “ellos”, entendiéndolo como el “enemigo”.

Esta visión dicotómica es reciclada para las culturas autoritarias de las derechas e izquierdas antiliberales de la actualidad, por ideólogos del neo-populismo, como hace Ernesto Laclau en su libro La Razón Populista.
Si Alberto Fernández de verdad quiere cumplir su promesa de terminar con la “grieta”, deberá impedir una recaída en el sectarismo kirchnerista. Eso le está diciendo la letra chica del mensaje de las urnas. Y a Macri le dice que los votos logrados a pesar de las calamidades económicas con que concluye su gobierno, no fueron por reconocimiento a su figura sino por temor y rechazo al kirchnerismo.

Analizando el escrutinio se puede incluso llegar a la conclusión de que fue la postulación de Macri la que dio el triunfo a Fernández. En la vereda oficialista había figuras más competitivas que un presidente con el liderazgo desgastado por las derivas de la economía.

Con otro candidato, lo más probable es que el principal espacio “no peronista” habría logrado, por lo menos, pasar al ballotage.

Si Macri vuelve a encerrarse en su propia conveniencia, intentará valerse del trazo grueso para apropiarse del liderazgo opositor. Pero si acepta lo que le dice la letra chica, dará el paso al costado que debió dar respecto a la candidatura.

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