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¿Macri o Vidal?

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claudio fantini
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Voceros del oficialismo han salido a afirmar que el candidato de Cambiemos para el 2019 es Macri y que no hay Plan B.

Pero esta aclaración parece, más bien, confirmar que va creciendo el nombre de María Eugenia Vidal para la próxima elección presidencial en Argentina. Por un lado, por el desgaste que la crisis y el duro ajuste están provocando en el presidente y, por otro, porque en la eficacia de Vidal se explican algunos misterios del momento.

Desde hace meses, en Argentina se da una ecuación cuyo resultado inexorable sería un estallido social. La líder de una facción sectaria con militancia fanática, está acosada por procesos judiciales que navegan hacia la condena sobre un caudaloso río de evidencias contundentes.

La corrupción que empuja a Cristina Kirchner arrastra además a empresarios que viven como un vía crucis sus procesos por sobornos. También está acosada por jueces la familia más poderosa del sindicalismo. Controlando aún el violento gremio de los camioneros, el clan Moyano usa un tono cada vez más amenazante.

El Papa muestra apoyo a todos los líderes acusados de corrupción y aporta al clima de estallido social describiendo al gobierno como una dictadura, mientras sus voceros en Argentina dicen que si “hay levantamiento popular” ellos lo van a apoyar.

En esa atmósfera cada vez más tensa y peligrosa, el gobierno de Macri agrava la situación cometiendo errores y negligencias que evidencian improvisación.

¿Por qué, con tantos planetas alineándose para el cataclismo, aún no se ha producido? Si dirigentes tan poderosos, agresivos y apremiados, como Cristina y Hugo Moyano, además de tantos empresarios millonarios e influyentes, necesitan para no ir presos una convulsión para la que están dadas las condiciones ¿por qué no se produjo aún ese sismo que derribaría al gobierno o lo haría ceder ante el chantaje? La respuesta puede ser Vidal.

Desde hace tiempo, con la eficacia que la caracteriza, la gobernadora de Buenos Aires organiza con velocidad y precisión ayudas sociales y entendimientos políticos con intendentes y dirigentes de todo el arco político.

Colabora en ese trabajo la ministra de Acción Social Carolina Stanley. Esa sería la razón por la que no hay estallidos de violencia y descontrol, a pesar de que sobran condiciones para que ocurran.

A esta altura de las tribulaciones argentinas, parece claro que el actual presidente difícilmente tenga el éxito asegurado en la próxima elección. Más bien acrecienta el riesgo de una derrota, incluso con Cristina como desafiante.

Vidal es la figura menos debilitada del macrismo. La lógica comienza a señalarla como la mejor carta del oficialismo. También lo sugiere así la ola de rumores sobre crecientes choques entre ella y el presidente. Mientras Elisa Carrió dice haber perdido la confianza en Macri respecto a la corrupción, Vidal parece estar perdiendo la confianza en la capacidad de liderazgo del mandatario.

También es posible que ese presunto distanciamiento sea parte de una estrategia acordada para llegar al comicio sin que las posibilidades de victoria dependan, exclusivamente, de que Cristina Kirchner sea la otra opción y genere pánico a un populismo que regresa recargado y con el cuchillo entre los dientes.

A esta altura de la crisis, nada se puede descartar. Tampoco un triunfo de Cristina.

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