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Justificando lo injustificable

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CLAUDIO FANTINI
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A Keynes alguien le reprochó cierta vez haber planteado una tesis exactamente opuesta a la que había sostenido tiempo atrás. El economista respondió que, sencillamente, estaba equivocado y que había corregido su error.

El de Keynes fue un cambio virtuoso de posición, porque él podía explicar con lucidez, exactitud y honestidad intelectual por qué antes estaba equivocado y cuál era el fundamento de su nueva tesis.

En cambio, los cambios de posición de Alberto Fernández nunca son explicados con lucidez y honestidad intelectual. Las posiciones que hoy sostiene en temas como el pacto con Irán sobre la masacre de la AMIA y la violación de Derechos Humanos del régimen residual chavista en Venezuela, son totalmente contrapuestas a las que sostuvo cuando estaba distanciado de Cristina Kirchner.

Los argumentos que exponían cuando tenía las posiciones contrarias a las actuales, eran sólidos y fáciles de explicar. En cambio, cuando intenta explicar los giros copernicanos iniciados tras el acuerdo con Cristina que lo convirtió en presidente, Alberto Fernández incursiona en laberintos argumentales que lo hacen merodear el absurdo.

Para justificar el retiro del apoyo argentino a la demanda del Grupo de Lima contra el régimen de Maduro ante la Corte Penal Internacional, el presidente argentino explicó que las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela son un problema del pasado porque “poco a poco han ido desapareciendo”.

Con semejante argumento, merodeó la dimensión del absurdo. Es obvio que las violaciones a los Derechos Humanos cometidas en un país no pueden desaparecer. Si se cometieron crímenes de lesa humanidad, esos crímenes están, no desaparecen. Sostener lo contrario es reclamar impunidad.

¿Cómo explica el jefe de Estado la desaparición de esos crímenes? ¿Acaso fueron “poco a poco” resucitando los más de ocho mil asesinados en ejecuciones extrajudiciales? ¿Se puede “destorturar” a los miles de presos políticos que sufrieron torturas en el Helicoide y otras cárceles del régimen? ¿Cómo se puede justificar un argumento tan absurdo?

Lo que Fernández debe haber querido decir, es que los asesinatos extrajudiciales, los encarcelamientos y las torturas fueron disminuyendo en cantidad hasta dejar de ocurrir, lo cual es posible. Al menos en el último año y medio, el régimen dejó de perpetrar asesinatos, torturas y encarcelamientos arbitrarios en el marco de la represión. Pero eso no hace desaparecer los crímenes cometidos y por los cuales los responsables deben rendir cuentas. Lo contrario es el triunfo de la impunidad.

Lo que está haciendo el presidente es consagrar la impunidad para el régimen que llevó a cabo una brutal represión para sofocar las masivas protestas que lo desafiaron durante largos meses.

Alberto Fernández actúa a favor de esa impunidad de dos modos: desentendiéndose del documento elaborado por la OEA para denunciar al régimen residual chavista ante la Corte Penal Internacional (CPI). Y pronunciando la extraña justificación de que las violaciones a los DD.HH. “poco a poco han ido desapareciendo”.

Que los aparatos represivos, que incluyen a los llamados “colectivos” (versión chavista de lo que la dictadura genocida de Videla llamaba “grupos de tareas”) hayan dejado de realizar detenciones ilegales, ejecuciones extrajudiciales, torturas y asesinatos, no es la consecuencia de que el régimen de Maduro haya iniciado un diálogo con la disidencia o esté dando pasos hacia la reinstauración del Estado de Derecho. Es la consecuencia de la victoria de la represión sobre las protestas. Eso ocurrió en Venezuela: la represión venció a la protesta social.

No siempre triunfa la represión. En Chile, por ejemplo, Sebastián Piñera respondió a las protestas con represión y militarización, verdadero desastre que agravó la situación. Pero, finalmente, en Chile la represión no triunfó. Lo prueba el hecho de que Piñera haya tenido que conceder un cambio de Constitución para elaborar una carta magna que será la primera surgida de un proceso democrático. Y lo reconfirma el hecho de que se hayan realizado elecciones constituyentes y el oficialismo haya sido ampliamente derrotado por la izquierda y por los independientes.

Aunque Alberto Fernández diga que lo ocurrido en Venezuela es que las violaciones a los DD.HH. “poco a poco fueron desapareciendo”, lo que en realidad ocurrió es el triunfo de la represión sobre la protesta social. Una victoria conquistada a sangre y fuego por el régimen.

En Venezuela triunfó a represión. Falta ver si, con la ayuda del kirchnerismo, entre otros, logra también triunfar la impunidad.

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