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El joven de la guardia vieja

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Claudio Fantini
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No es novedoso que gane el Partido Colorado. La guardia vieja solía decir que, aunque postule al Pato Donald, siempre gana la llamada Asociación Nacional Republicana (ANR). Lo novedoso es que el triunfo de Mario Abdo Benítez implica, de algún modo, la reivindicación del stronismo residual.

Sucede que, desde la caída de Alfredo Stroessner, los leales al general derrocado quedaron relegados en la conducción del partido y en las candidaturas. Dejando de lado al primer sucesor, que fue el general Andrés Rodríguez, el consuegro de Stroessner y quien envió a Lino Oviedo a derrocarlo, los postulantes en todas las demás elecciones no pertenecieron al ala leal al dictador caído. Ni Juan Carlos Wasmosy, ni Raúl Cubas Grau, ni Horacio Cartes. Este último intentó que el candidato para esta elección sea de su misma línea, pero la interna la ganó Mario Abdo Benítez. Y el presidente electo es el primer dirigente que puede considerarse un proveniente de la vereda stronista del Partido Colorado.

No solo es el hijo de quien fue secretario privado y empoderado lugarteniente de Stroessner, sino que tuvo una activa militancia en el ala stronista de las juventudes coloradas. Se inició en el movimiento Reconstrucción Nacional Republicana, agrupación colorada que no abjuraba de la larga dictadura que concluyó en 1989, y a la agrupación juvenil que él mismo formó, junto con su amigo "Goli" Stroessner (nieto del dictador), la denominó "Paz y Progreso", que era el eslogan preferido del régimen.

Por cierto, todos los colorados que manejaron el partido tras la caída de Stroessner, no fueron genuinos antistronistas, pero se posicionaron en una vereda enfrentada a los leales confesos. El único dirigente abiertamente leal al dictador, fue Luis María Argaña, asesinado cuando ocupaba la vicepresidencia del gobierno que encabezó el oviedista Cubas Grau.

Por procedencia familiar y por propia militancia, el presidente electo implica una reivindicación del sector partidario que estuvo relegado desde el día que Lino Oviedo entró al búnker de Stroessner y, pistola en mano, le hizo firmar la dimisión a cambio de un salvoconducto para salir del país.

De todos modos, el triunfo electoral de Mario Abdo no implica un deslizamiento del electorado hacia las posiciones del coloradismo que imperó durante largas décadas de autoritarismo. El nuevo presidente seguirá, seguramente, la senda de economía abierta a la inversión extranjera, con fuerte impulso al sector agroexportador, y mantendrá los alineamientos en política exterior que hereda de Horacio Cartes.

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