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La grieta interna

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CLAUDIO FANTINI
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“No puede haber desarrollo si hay grieta”, dijo ante empresarios María Eugenia Vidal.

No fue una frase suelta, sino un eje en su discurso. Por lo tanto, no puede ser leída sino como una crítica velada al presidente y a su jefe de Gabinete. Sucede que mantener vigente la fractura político-ideológica que provocó el kirchnerismo, fue la estrategia principal de Mauricio Macri y Marcos Peña.
Así como Cristina Kirchner, temiendo a Sergio Massa como principal contendiente de su candidato Daniel Scioli en las presidenciales del 2015, le dio centralidad a Macri para posicionarlo en el lugar de principal desafiante por entender que eso facilitaría el triunfo kirchnerista; ahora fue Macri quien hizo todo para dar centralidad a Cristina y posicionarla como principal alternativa.

A los dos les salió el disparo por la culata. Y en el caso de Macri, la evidencia de su debilidad frente al liderazgo que él mismo ayudó a resurgir, lo llevó a jugadas desesperadas que lo debilitaron aún más.

Vidal fue una de las víctimas de esa deriva. Su sólido liderazgo terminó hecho trizas en las PASO, y es posible señalar como principales responsables a Macri y Marcos Peña.

Sucede que la obligaron a realizar la elección bonaerense el mismo día que la nacional, a pesar de estar a la vista que el nombre del presidente en la cabeza de la lista hundía las chances de la gobernadora.

Si las PASO en Buenos Aires se hubieran adelantado, Vidal habría ganado o habría perdido por mucha menos diferencia. ¿Es posible tener certeza de eso? En buena medida sí, por lo ocurrido en Jujuy.

El gobernador Gerardo Morales también decidió adelantar la elección en su provincia pero, a diferencia de Vidal, cuando desde la Casa Rosada le dijeron que debía hacerlo el mismo día de las PASO nacionales para aportar votos a Macri, rechazó la indicación y adelantó la votación.

El resultado en las PASO para gobernador fue un triunfo arrasador de Morales, cuya fuerza política, la coalición que postula a Macri, fue arrasada por el peronismo dos semanas después, cuando se votó sobre los candidatos a la presidencia.

Jujuy, con sus resultados tan opuestos en las votaciones para gobernador y para presidente, es una prueba contundente de la responsabilidad de Macri en la debacle de Vidal. Por eso la relación entre ambos se enfrió notablemente.

La gobernadora entendió que su lealtad al presidente no fortaleció al espacio político, sino al revés. Haber priorizado como estrategia la confrontación con el kirchnerismo, tal como se venía notando claramente en las encuestas desde el año pasado, fortaleció a la dirigencia kirchnerista y facilitó la reunificación peronista con la candidatura de Alberto Fernández.

Tanto Vidal como Horacio Rodríguez Larreta parecen haber quedado distanciados del presidente. Para colmo, de mantenerse el escenario político tal como está hoy, para competir en las urnas de octubre ambos dirigentes, claramente los más eficaces del oficialismo, van a necesitar despegarse de Macri.

Si el presidente no resigna su aspiración a una reelección que tras las PASO parece extremadamente difícil, intentará aparecer la mayor cantidad de veces posible junto a Rodríguez Larreta y Vidal. Pero ellos necesitarán exactamente lo contrario y buscarán evitar mostrarse con Macri.
La cercanía del presidente debilita a las dos figuras que más necesita exhibir a su lado.

Por eso, de mantenerse la situación de debilidad actual, lo que se avecina en el oficialismo es una grieta interna.

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