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Ecuador: gris antesala del voto

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CLAUDIO FANTINI
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Hay algo desolador en la antesala de las urnas. Ecuador parece esperar poco del cambio de gobierno. Tantos presidentes defraudaron en las últimas décadas y tantas situaciones insólitas se han vivido, que el pesimismo se adueñó del ánimo de la población.

A eso se suma una profusión de candidatos que vuelve todo más confuso. Las encuestas muestran que la mayoría no se deslumbró con ninguno, aunque también insinúan que sólo tres tienen posibilidad de convertirse en presidente.

Por su juventud y por la inteligencia que alimentó en el campo de la matemática y de la economía financiera, Andrés Arauz podría ser el candidato que deslumbra. Pero los votos que reciba no serán por sus méritos académicos ni por los aciertos que tuvo en la función pública. Serán votos de Rafael Correa.

Arauz es el candidato de Unión por la Esperanza, pero es el correismo puro y duro. Incluso intentó que el ex presidente sea su candidato a vice, pero no pudo por las condenas judiciales existentes. Pero llevó una imagen de Correa en tamaño natural a todos los actos como para que no quepan dudas quien tendrá el poder si lo votan.

En las elecciones del 1973 en Argentina, el Frente Justicialista de Liberación Nacional proclamó “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, y la fórmula del correísmo para las elecciones del domingo propone implícitamente “Arauz al gobierno, Correa al poder”.

De ganar ¿cumplirá su promesa de gestionar la acción gubernamental dejando el liderazgo a su mentor? Lenin Moreno prometió lo mismo, pero a poco de asumir el cargo enfrentó a Correa, convirtiéndose en su peor enemigo.

Por eso Alianza País, el partido creado por Correa, va a las urnas postulando a Ximena Peña, una candidata que intenta representar el agua y el aceite de esa fuerza política pero en definitiva no representa nada.

Arauz es un perfecto desconocido, pero sus principales desafiantes son dos conocidos imperfectos.

El candidato del movimiento Pachakutik, Yaku Pérez, confrontó con duras y prolongadas protestas de la agrupación indigenista contra los gobiernos que encabezaron Correa y su sucesor, Lenin Moreno. Pero su propuesta resulta demasiado difusa para sumar apoyos más allá del espacio étnico que se siente representado por Pachakutik.

El otro conocido imperfecto que asoma en las encuestas es Guillermo Lasso, un conservador que va por su tercer intento de llegar al despacho principal del Palacio Carondelet.

Con el mismo discurso con que se encaminó a la derrota en las dos anteriores elecciones, Lasso no logra que lo apoyen más allá de la clase media alta, en particular en el país de la costa, encabezado por Guayaquil y enfrentado al país de las montañas, cuyo bastión es Quito.

No obstante, a la mayor chance de Arauz se la otorga la mala gestión de Lenin Moreno. A los pobres resultados económicos y sociales, el actual presidente sumó una caótica gestión de la pandemia. Por eso ni siquiera pudo aspirar a un segundo mandato.

La contracara de Moreno no es Guillermo Lasso ni Yaku Pérez. Tampoco lo es Andrés Arauz. Pero éste es el candidato de Correa, el presidente que profundizó las divisiones de Ecuador y pudo capitalizar mejor la polarización debido a la pobrísima gestión de su sucesor y archi-enemigo.

El correísmo ganaría la primera vuelta. Pero no es lo mismo ganar “la” primera vuelta que ganar “en” la primera vuelta. Si Arauz no conquista la presidencia este domingo, sus chances podrían complicarse en el ballotage.

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