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El duelo condenado a repetirse

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CLAUDIO FANTINI
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¿Podía Hamás favorecer a los palestinos que enfrentaban la represión en Jerusalén, disparando misiles a Israel? Lo evidente es que esos proyectiles, lanzados desde la Franja de Gaza apuntando a Ashkelón y a Jerusalén, desviaron la atención de lo que estaba ocurriendo.

El ataque de Hamás y la respuesta israelí desplazaron de los titulares a los choques entre manifestantes palestinos y policías israelíes en la Puerta de Damasco y en la Explanada de las Mezquitas.

Una vez más, los israelíes causaron más daños y víctimas en Gaza que las ocasionadas por Hamás en Israel, donde el Iron Dome (cúpula de hierro), el sistema defensivo de misiles interceptores de misiles, destruyó en pleno vuelo la mayoría de los proyectiles.

El intercambio de ataques de este tipo es recurrente entre Israel y Hamás. En todas las ocasiones, la destrucción y el número de muertos son inmensamente superiores en la Franja de Gaza. Pero Hamás vuelve a usar el mismo método. Y ahora, a las víctimas propias que deja cada enfrentamiento de este tipo, sumó el favor que le hizo a Netanyahu desplazando la atención mundial de lo que originó el enfrentamiento de estos días.

El desalojo de seis familias palestinas que decidió un tribunal de primera instancia, al emitir un fallo a favor de colonos judíos que reclamaban sus viviendas en el barrio Sheikh Jarrah, generó tensión en las vísperas del pronunciamiento de la Corte Suprema sobre una apelación. La policía colocó vallas en las escalinatas cercanas a la Puerta de Damasco, donde durante el Ramadán cientos de palestinos acostumbran a reunirse, originando protestas palestinas en la Explanada de las Mezquitas, donde la policía israelí reprimió duramente dejando centenares de heridos.

Las tensiones crecieron con otros hechos que los palestinos sintieron como provocaciones. Por caso, el festejo del Día de Jerusalén, o día de la reunificación, en el que Israel celebra la conquista de Jerusalén Este (otorgada a los palestinos por la resolución de ONU de 1947 que creó al Estado judío), tras la Guerra de los Seis Días de 1967. Ese día, para los palestinos, es el “día de la ocupación”, por lo que sintieron el festejo como acto provocador.

La sucesión de tensiones tuvo un momento clave el Laylat al Qadr, momento del mes sagrado del Ramadán al que consideran la “noche del destino”, porque para el Islam es cuando Alá decide lo que ocurrirá el año siguiente.

Que en ese puñado de días las postales de Jerusalén Este mostraran protestas y represión no es precisamente favorable al gobierno de Netanyahu. Pero Hamás le dio la oportunidad de desviar la atención hacia el último de sus recurrentes duelos de misiles, en los que siempre los habitantes de Gaza llevan la peor parte en materia de muertes y destrucción.

La pregunta es si esta escalada puede o no perjudicar los esfuerzos del líder opositor Yahir Lapid para sacar a Netanyahu del cargo de primer ministro. El líder del Likud fracasó en su intento de formar gobierno, y ahora el dirigente centrista y secular que conduce el partido Yesh Atid, la principal figura de la oposición, parecía estar cerca de formar gobierno. Para ello hizo un sacrificio político notable, ofreciendo el cargo de primer ministro a Naftali Bennett y ministerios claves a su partido, el derechista Yamina.

El sacrificio de Bennett sería renunciar a su aversión a los partidos árabes de Israel, incluyéndolos en el gobierno.

Si la escalada de tensión no modifica dramáticamente el escenario político, Israel podría tener el primer gobierno con partidos árabes. Y también el primero sin Netanyahu en una década y media.

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