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Democracia en riesgo

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Claudio Fantini
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En la antesala de la crucial votación de hoy, Boris Johnson siguió avanzando hacia una dimensión inconcebible en la política británica.

A esta altura, alcanzar su meta podría lograrse al precio de partir al Partido Conservador, o convertirlo en una fuerza ultranacionalista con liderazgo personalista y verticalista como la agrupación extremista que lidera Nigel Farage.

Los últimos pasos que dio el primer ministro en la dimensión inconcebible, fue amenazar con la expulsión a los legisladores tories que hoy se sumen a los laboristas y liberal-demócratas que intentarán bloquear un Brexit duro. Y el paso anterior fue aún más oscuro: imponer la suspensión del Parlamento durante cinco semanas. Una medida que provocó iniciativas judiciales, masivas marchas de protesta y pronunciamientos políticos que equiparan tal acción con un “golpe de Estado”.

¿Es equiparable la paralización de las actividades en Westminster al cierre del congreso que perpetró Fujimori en 1992?

La diferencia es que, en el caso peruano, la acción del presidente contra el Poder Legislativo no tuvo ningún viso de legalidad, mientras que la suspensión del Parlamento británico tiene un encuadre legal. Sin embargo, hay una sombra de golpismo. Y esa sombra está en la intención de la medida.

Lo que se propuso Boris Johnson suspendiendo las deliberaciones y votaciones en Westminster es impedir que el Parlamento obstruya un Brexit duro, de momento la única posibilidad que tiene el premier de concretar la salida británica de la UE, ya que Bruselas no ha dado ninguna señal de aceptar renegociar lo que ya había negociado varias veces con Theresa May.

Johnson teme que la causa que lo convirtió en primer ministro y justifica su estancia en el 10 de Downing Street, el Brexit, le sea arrebatada de las manos por un Parlamento en el que se están uniendo laboristas, liberal-demócratas y conservadores moderados para cortar la marcha británica hacia lo que atisban como un precipicio.

Al extravagante jefe de gobierno británico podría ocurrirle algo parecido a lo que le ocurrió a su símil en Italia. Después de conseguir una gran diferencia de votos sobre sus socios en el gobierno de coalición, Matteo Salvini quiso sacarse de encima al líder del M-5 Estrellas Lugi Di Magio y al primer ministro que ambos habían designado como “hombre de paja”: Giuseppe Conte. Pero fueron Conte y Di Magio quienes, logrando un acuerdo con el Partido Democrático, se lo están sacando de encima a él y a su partido ultranacionalista, La Liga.

Ahora que Jeremy Corbin se decidió, finalmente, por alinearse de manera total con el ala anti Brexit de su partido, el Laborista, y con el Partido Liberal Demócrata, que en su totalidad rechaza abandonar la Unión Europea, importantes figuras del Partido Conservador como los ex ministros Philiph Hammond y David Gauke, ayudados por el ex premier John Major, podrían generar un éxodo de legisladores tories que se sumen en el Parlamento al bloque multipartidario que rechaza el Brexit salvaje.

Suspender el Parlamento por cinco semanas busca impedir que eso ocurra. Pero el frente parlamentario anti-Brexit adelantó “la madre de todas las batallas” antes de que se cierren las puertas de la Abadía de Westminster.

En las próximas horas empieza un choque de planetas en Gran Bretaña. Y la que corre un grave riesgo de salir resquebrajada es su vieja democracia.

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