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Cooperación vs. confrontación

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CLAUDIO FANTINI
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Se trata de la primera guerra de toda la historia en la que el mundo entero enfrenta un enemigo en común. Entre todas las situaciones sin precedentes que se están dando, una que resulta clave comprender es esta, la que se ha dado en llamar “la guerra contra el enemigo invisible”.

Todos los conflictos anteriores enfrentaron a seres humanos contra seres humanos, ya sea agrupados en tribus, en reinos, en imperios o en Estados nacionales. En cambio, el actual es el primero en el que todos los humanos están en una misma trinchera, lo quieran o no.

Lo mismo ocurre en los escenarios políticos de las democracias. Las dirigencias que están a la altura de las circunstancias, dejan de lado la lucha política para construir cooperación.

En Argentina, aporta tranquilidad social un presidente que se expresa sobre este trance de manera desideologizada, despolitizada, sin buscar sacar ventajas.

Del mismo modo está actuando la principal dirigencia opositora. Hasta aquí, oficialismo y oposición han mostrado colaboración, no confrontación. Y los argentinos lo están valorando de manera positiva. Por eso la más valorada y tranquilizadora de las postales políticas de los últimos días fue la de Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño que se destaca por su eficacia y su capacidad para el acercamiento político y la cooperación con otras fuerzas. La imagen de ambos sentados en una mesa, trabajando juntos, fue tan importante como lo que describió en palabras el vicejefe del Gobierno de CABA, Diego Santilli: “Es muy positivo lo que hacemos con Horacio Rodríguez Larreta, Alberto Fernández y Axel Kicillof… somos un solo equipo y todos trabajamos en conjunto”.

Una postal descripta con palabras que llevó tranquilidad a los argentinos, en un tiempo en que la tranquilidad es un arma imprescindible para sostener la resistencia. Lo que el coronavirus le está imponiendo a la política interna de los países, lo impone también a escala internacional. La grandeza y la insignificancia, la magnanimidad y la vileza, la inteligencia y la mediocridad están quedando en evidencia en los liderazgos del mundo. La pandemia las desnuda; las expone con crudeza.

El coronavirus impone dejar de lado la confrontación para construir cooperación.

Cuando este capítulo oscuro de la historia sea leído en el futuro, en sus páginas habrá estadistas y mediocres, también héroes y villanos. Mediocres y villanos serán los que mantuvieron la confrontación en la inédita guerra contra el enemigo común. O sea, el conflicto en el que solo había lugar para la cooperación.

Trump actúa de modo acorde con la circunstancia cuando acepta no echar a empujones, como hizo con tantos funcionarios, al brillante inmunólogo Anthony Fauci cada vez que lo corrige en público. Pero se sitúa en la vereda de los mediocres y los villanos cuando, por ejemplo, chicanea a Beijing hablando del “virus chino”.

Xi Jinping se para en la vereda de los estadistas al producir y enviar a Serbia y a otros países los insumos médicos que le demandan, pero se sitúa en la de los mediocres y villanos cuando avala implícitamente teorías conspirativas para culpar a los Estados Unidos.

Lo único claro en este tiempo oscuro es que la cooperación suma y la confrontación resta, tanto a nivel de política interna como de política internacional.

La historia mostrará hasta qué punto ha sido un crimen contra la humanidad haber confrontado dentro de la misma trinchera, en la guerra en la que el mundo entero enfrenta a un enemigo en común.

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