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Cholulismo ideológico

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CLAUDIO FANTINI
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El puño en alto es una señal de resistencia y lucha que se remonta a la antigua Asiria y, si bien se utiliza en muchos campos, en el siglo XX pasó a ser una marca de las izquierdas revolucionarias.

El presidente argentino y su ministra de Mujer, Género y Diversidad flanquearon a Pedro Castillo y se fotografiaron con él tras la asunción del cargo. La ministra Elizabeth Gómez Alcorta sale en la foto haciendo la señal del puño.

¿Corresponden las gestualidades ideológicas o políticas cuando se integra una comitiva oficial? ¿Es en representación de su posición política o del país, que los funcionarios viajan con todo pagado por el Estado, o sea por toda la sociedad y no sólo la parte que votó al gobierno que integran? Posar como posó la funcionaria junto al nuevo presidente del Perú ¿es un gesto lógico o es una muestra de cholulismo ideológico?

Los argentinos llaman cholulos a los fans de famosos y de estrellas artísticas, deportivas etcétera, que exhiben su admiración de manera desmedida. El cholulismo, en este caso, no es porque se trate de un político famoso. Pedro Castillo era desconocido incluso para muchísimos peruanos, hasta que la dispersión de votos y la búsqueda del outsider lo puso en el ballotage con Keiko Fujimori.

El de Gómez Alcorta encuadraría en “cholulismo ideológico”, algo que no es cuestionable en sí mismo, pero resulta controversial cuando se viaja en una comitiva oficial con todo pagado por toda la sociedad y no sólo por los que tienen la misma filiación ideológica.

Pero en este caso, hay agravantes. A esa altura, el hombre que llegó a la presidencia como candidato de un partido marxista-leninista ya había dado muestras de un conservadurismo duro y, en algunos casos, recalcitrante. Su rechazo a la interrupción voluntaria del embarazo, al matrimonio igualitario y a la legalización del cannabis, así como su propuesta de deportar a los extranjeros que delincan y reinstaurar el servicio militar obligatorio para los jóvenes que no estudian ni trabajan, están en las antípodas de las posiciones asumidas por el progresismo.

Más grave aún: poco después de fotografiarse con la funcionaria argentina, el flamante mandatario peruano nombró primer ministro a un dirigente con estridente homofobia y misoginia.

Guido Bellido es una suerte de Bolsonaro marxista, porque tiene la misma incontinencia barbárica que el ex militar ultraderechista que gobierna Brasil cuando se trata de los homosexuales y las mujeres.

Además de otros aspectos impresentables, como defender a la guerrilla que masacró cientos de campesinos (Sendero Luminoso, equivalente peruano del demencial y sanguinario Khemer Rouge camboyano) el legislador del partido Perú Libre que Pedro Castillo designó al frente del Gabinete, ha dicho barbaridades crueles.

“El hombre nuevo no puede ser un maricón”, bramó en un acto partidario. También ha dicho que “la revolución no necesita peluqueros” y “el trabajo los hará hombres”, además de citar el discurso de 1963 en el que Fidel Castro calificó a la homosexualidad de “degeneración” que “el socialismo no puede permitir”.

El primer ministro Bellido ha denunciado acciones de un supuesto “lobby gay” y, en los debates legislativos sobre la enseñanza de diversidad sexual en las escuelas, se opuso con dureza sosteniendo, por ejemplo, que “nos hará campeones en maricones”. También en el terreno de la misoginia hizo afirmaciones descabelladas. Por caso, que “la mujer es destructiva y despiadada” debido a sus “rencores y egoísmos”.

El autor de esas barbaridades homofóbicas y misóginas comandará el gobierno del presidente junto al cual posó, con orgullo exultante, la funcionaria argentina que, para colmo, dirige el Ministerio de Mujer, Género y Diversidad.

Para el cholulismo ideológico, la palabra marxismo-leninismo en la plataforma de un partido ¿tiene más peso que la realidad de los actos?

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