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Las armas y la historia

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Claudio Fantini
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El fundamentalismo implica la aceptación total de los fundamentos de una religión, expresados en sus textos sagrados.

Es una aceptación literal. No contempla el carácter simbólico con que se expresan los antiguos escritos. Lo dicho dicho está y tal como ha sido dicho.

En Estados Unidos hay un fundamentalismo constitucional, practicado por sectores que no interpretan la Carta Magna adecuándola a los tiempos. Aparece cada vez que se manifiesta esa trágica patología norteamericana que provoca masacres: la recurrente aparición de un lunático que dispara a mansalva en cualquier espacio atiborrado de gente.

Expresiones del fundamentalismo armamentista son la Asociación Nacional del Rifle (ANR) y otras agrupaciones que defienden la realidad imperante basándose en la II Enmienda de la Constitución.

Se trata del agregado incorporado mediante la Carta de Derechos, cuatro años después de aprobada la Ley Fundamental. Ergo, un texto de 1791, cuando el Estado se expandía hacia el oeste, no a través de un ejército conquistador sino de los propios ciudadanos que se convertían en colonos y ocupaban tierras de tribus indígenas usando sus propias armas. Un tiempo en el que a los pueblos del Medio Oeste no los protegía una policía numerosa, sino un sheriff con algunos pocos asistentes.

La conquista del Oeste explica el derecho a las armas. También la abominación a la tiranía: armado, el ciudadano podía revelarse contra un tirano usurpador.

Extrapolar linealmente aquella realidad conduce al extravío. A fines del siglo XVIII, cuando se redactó la II Enmienda, sólo existían mosquetes y trabucos. A esas armas se refería la Carta de Derechos. El revólver Colt, primer arma que podía disparar seis balas sin que hubiera que recargarla tras cada disparo, apareció a mediados de la década de 1830; quince años más tarde llegaron las pistolas fabricadas por Smith & Wesson, mientras que el Winchester, primer rifle de repetición, irrumpió en el último tramo del siglo XIX.

Hoy hay armas que con cada gatillada disparan nutridas ráfagas. El AR-15, usado en la masacre de Florida, es un fusil semiautomático, pero casi con la misma capacidad de producir masacres que tiene su inspirador: el M-16.

De hecho, con AR-15 se han perpetrado muchos aniquilamientos. En cada ocasión, los defensores del statu quo desvían el verdadero debate, que no es sobre el derecho a poseer armas, que existe en muchos países, sino sobre el increíble derecho exclusivamente norteamericano de poseer arsenales que incluyen armas de guerra.

Lo hacen invocando la II Enmienda, como si fuese de este tiempo y no del siglo XVIII.

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