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El aborto como jugada política

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Claudio Fantini
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Más allá de las visiones religiosas y las posiciones morales que existen sobre la legalización del aborto, la decisión del presidente Mauricio Macri de llevar el tema al debate parlamentario es un asunto de salud pública; ergo, un acierto político relevante.

Pero es posible que la decisión del presidente argentino no tenga que ver con la relevancia del asunto, sino con una astuta jugada política. En lo inmediato, dio vuelta de un plumazo la página de la masiva protesta del sindicalista Hugo Moyano contra la política económica. Y la mira apunta aún más lejos.

Más allá de la importancia de debatir la legalización del aborto por las razones que expone el ministro de Salud Adolfo Rubinstein, es posible que se trate de una estrategia diseñada por el asesor Jaime Durán Barba para causar un sismo que resquebraje la alianza que se intenta formar en la vereda opositora.

Existen señales de que, con el impulso del Papa Francisco, el peronismo busca reunificarse incluyendo en su interior al kirchnerismo. Ese conglomerado daría a Cristina Kirchner el blindaje judicial contra los jueces que investigan corrupción, pero no le daría el liderazgo ni la postulación presidencial en el 2019.

La razón por la que el Papa descendería a la arena política argentina como armador de la oposición peronista, es un asunto a tratar en otra oportunidad. De momento, lo que vale señalar que su rol de armador o, al menos, de referente de ese espacio, hace de un tema como el aborto un obstáculo difícil de superar en el camino de la unificación.

Aunque Cristina siempre fue contraria a la legalización del aborto, el conglomerado que lidera incluye agrupaciones pro-abortistas. El vínculo estaba dado por el pragmatismo del matrimonio Kirchner y por su enfrentamiento con el entonces cardenal Bergoglio. De hecho, Cristina se oponía al matrimonio igualitario y trató de desalentar a la impulsora de esa ley, Vilma Ibarra, para que desistiera. Pero ni bien vio las encuestas al respecto, cambió de posición y se adueñó del proyecto.

Probablemente, haría lo mismo con el aborto. El problema que hoy tiene el kirchnerismo es que Bergoglio ya no es aquel duro adversario que lo enfrentaba desde el arzobispado, sino el jefe de la iglesia católica que, por razones enigmáticas y probablemente oscuras, parece actuar como protector de los referentes kirchneristas y como armador externo de la oposición a Macri.

Por esa razón, el debate parlamentario sobre la legalización del aborto podría impactar en la línea de flotación del kirchnerismo y resquebrajar el pan-peronismo antes de haber alcanzado un acuerdo de unidad.

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