"Año nuevo, vida nueva / Mas alegres los días serán / Año nuevo, vida nueva / Con salud y prosperidad”, reza la letra de una divulgada canción escrita por el colombiano Pedro Meléndez.
Es representativa del sentimiento que gana a la gente regida por el calendario gregoriano. Originario de Europa y promulgado por el Papa Gregorio XIII, en 1582. Se le usa en casi todo el mundo.
El cambio de año promueve la sensación de que se cierra una etapa con sus idas y vueltas y que advendrá una jornada mejor, aunque la Tierra siga girando como siempre y el Sol y la Luna nos enamoren como acostumbran.
Un año atrás el país estaba ante el inicio próximo de un cambio de gobierno nacional impulsado por viejas y renovadas banderas republicanas. Encabezado por el Partido Nacional. Desde el pasado 1º de marzo, es Presidente de la República el Dr. Luis Lacalle Pou. Ejerce la administración en el marco de un esquema cuasi-parlamentarista con mayorías asentadas en las bancas legislativas pertenecientes a una coalición multicolor y multipartidaria. El 13 de marzo del 2020 -cuando el nuevo gobierno apenas llegaba a instalarse- despertamos con una pandemia que conmueve al mundo y cambió la vida planetaria y nacional.
Una circunstancia cómo está exige una conducción centralizada y lúcida de la nación. Las chicanas políticas no tienen espacio y lo que cabía es lo que se ha hecho. Mirar las dramáticas alternativas que exhibían los países más castigados por el Covid-19, asumir la conducción del Estado sin temblor en el pulso y convocar a quienes más saben. Para dar trato científico a un tema que en ese estado del conocimiento y la experiencia es en el único en que se pueden encontrar respuestas.
En tan difícil escenario de cara al bien común se han concretado dos logros relevantes en la administración de la República. La Ley de Urgente Consideración, que apunta a mejorar circunstancias que entre otras cosas hacen a temas relevantes como la seguridad y la postrada educación pública, y la ley de presupuesto quinquenal que delimita las políticas de ingresos y egresos del Estado nacional por cinco años. Paralelamente se ha venido aplicando un plan de ayuda social para los compatriotas más castigados en su situación económica y social por el párate ocasionado por el virus.
Para una nacionalidad como la nuestra que no conoce de cataclismos climáticos, guerras y otros azotes de los que la historia del orbe registra, la actualidad es muy dolorosa. Con amenaza de complicaciones mayores. Al cerrarse el año como ciudadano lo primero que me llega desde las entrañas es el reconocimiento a todo el personal de la salud, nuestra primera línea humana de defensa que convive día a día con el enemigo. También a soldados, policías y demás funcionarios estatales que indeclinablemente están en sus lugares de apoyo a la integridad de la población.
El respaldo a los sectores más vulnerables de la sociedad está vivo en la agenda de gobierno nacional. Cualquier persona responsable sabe que no se puede salir desquiciadamente a destruir la economía del país a lo loco para posar de buenos. Lo que -enseña la experiencia mundial- solo agrandaría nuestros pesares.
Esperemos a la noche después de las doce un tiempo mejor. A Dios rogando y con el mazo dando. O sea, distancia, tapabocas y quedarse en casa ¡Mejor 2021!