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Cianobacterias en campaña

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Javier García
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Personajes menores y bien mandados, empiezan a devolver favores políticos haciendo la tarea sucia. La única que pueden hacer en virtud de sus méritos.

Esta semana nuevamente el Partido Nacional, y concretamente Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga recibieron el ataque cloacal. Dos ministros, una la de Educación, responsable de la peor gestión que se recuerde en la materia durante la cual los más pobres recibieron la peor calidad educativa de la historia, desmoronándose en las evaluaciones internacionales, y el de Trabajo y Seguridad Social que dejará 60.000 empleos menos en su gestión y el mayor déficit del BPS, se encargaron de la misión de pegarle a Luis. Un senador oficialista se sumó y no tuvo mejor idea que adjudicar un homicidio a la campaña de Larrañaga de las firmas pro reforma. De locos.

Como si fuera poco, el propio presidente Vázquez hizo lo suyo. Después del show mediático en que transformó un instrumento clave como es el Consejo de Ministros, salió en Pueblo Centenario y provocó a los manifestantes de "Un solo Uruguay" que manifestaban pacíficamente haciéndoles la "V" de la victoria en una actitud de barra brava tribunero, impropio de un profesor universitario que se jactó toda su vida de ser defensor de la institucionalidad. Tuvo similar actitud hace unos meses a los gritos desaforados en la puerta del MGAP, y vuelve ahora. El paso de los años, en este caso, no ayudó a moderar el ánimo, ni tener la calma que debiera tener un presidente de la República. Se quedó en el pasado, sin duda, porque además justificó el cierre de empresas poniendo como ejemplo el cierre del Frigorífico Nacional hace más de 50 años; parece un poco fuera de tiempo. También desapareció Manzanares y su café molido y nadie lo usaría de ejemplo en este mundo de las tecnologías, los robots y la información.

Esta andanada de productos desechables tiene un solo motivo: los nervios y la incapacidad de articular una idea positiva, al menos y como mínimo defender una gestión. Son 15 años de gobierno que podrían servir para que en el futuro espectáculo del Antel-Arena, que hará Vázquez el 1º de marzo, diga: dejamos un país más seguro. ¿Puede? Dejamos un país con empleo y pujante luego de recibir el mayor crecimiento de la historia. ¿Puede? Dejamos un país donde nuestros hijos no pagarán el despilfarro, el déficit y la deuda. ¿Puede? Dejamos un país con menos asentamientos que cuando asumimos, aprovechando la bonanza económica. ¿Puede? Dejamos un país donde la escuela y el liceo son la mejor política social para proteger a los más humildes ¿Puede? Nada de eso puede. Y es lo que importa; el resto, la marea de productos de desecho no es más que materia inerte, que causa desagrado sin duda, que contamina y preocupa por el futuro, igual que las cianobacterias en el río.

En tres días de gira por 18 localidades pequeñas de Maldonado, Rocha y Treinta y Tres esta semana, en ninguna nos hablaron de estos personajes. Nos contaron sus demandas, sus sufrimientos, pero también las ganas de producir, de vivir en paz, de ver crecer sus pueblos. La gente más humilde y la que más necesita está cansada de los que se aprovechan de sus cargos para hablar mal de otros, de ser parásitos que anidan en el caldo de cultivo de la mediocridad que es su medio vital. En la política también hay quienes aparecen con el desecho. Son pequeños y viven flotando.

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