Publicidad

Prudencia

Compartir esta noticia

La loable intención de los firmantes es avanzar hacia una mayor integración de las naciones americanas, persiguiendo la conformación de un bloque político y económico subcontinental, integrado físicamente a través de obras de infraestructura básicas, el desarrollo y explotación de recursos naturales, energéticos y comunicaciones.

El objetivo, por demás ambicioso, persigue el histórico ideal de la integración americana, superador del estadio de fragmentación y enfrentamiento acaecido a partir de los procesos de emancipación. La integración del Mercosur, el bloque andino y Chile daría paso a un espacio de enorme importancia política y económica.

Concomitantemente se viene sosteniendo la intención de constituir el Parlamento del Mercosur con el cometido de sancionar normas de aplicación directa en los estados miembros.

Ambas iniciativas son interesantes y no hacen más que responder a mandatos históricos y geopolíticos. Alcanza para ello pensar en la significativa importancia de los puertos del Plata para el comercio colonial, y en la interrelación otrora existente entre las economías de la cuenca platense y de la región andina.

Sin embargo, parece necesario hacer un llamado a la prudencia. Aunque los proyectos propuestos se encuentran aún en estado embrionario, es conveniente que nuestro país reflexione un poco más al respecto. Decimos esto porque es frecuente que se incurra en la confusión de analizar los temas de política internacional en función de principios morales abstractos y no en función de los intereses que gobiernan las relaciones entre los estados. Se podría llegar a incurrir en el error de avanzar en procesos que considerados desde el punto de vista de los principios son muy loables, pero que podrían no estar dando cabal respuesta a los intereses de nuestro país.

De ninguna manera estamos dispuestos a renunciar al ideal de la integración americana. Lo que se trata es de asumir con madurez el criterio de ir consolidando cada una de las etapas para avanzar hacia la subsiguiente.

En 1950 cuando Francia impulsa la creación de la Comunidad Europea de Carbón y Acero, proceso que culminó en la Europa que hoy conocemos, apuntó primariamente a que la integración se expresara en dos de los productos de la economía europea que representaban la base de toda la estructura industrial. El objetivo primario, rápidamente se logró, y su ejemplo sirvió de base sólida para la profundización de la integración económica y fue motivador de la adhesión de nuevos estados.

Contemplando estas cosas, nos reiteramos en nuestra convicción de que la consolidación de nuestro Mercosur debe ser un objetivo primario de política exterior. Hay todavía muchas cuestiones a discutir que hacen a la esencia del proceso de integración y a los mayores o menores beneficios que del mismo puede extraer nuestro país. Asuntos como el arancel externo común, la existencia de barreras no arancelarias que dificultan la circulación de los bienes, la informalidad y la piratería determinan, entre otros, un universo de puntos importantes sobre los que se debe avanzar para alcanzar los objetivos establecidos en los acuerdos mercosurianos.

Reiteramos entonces, sin perjuicio de retomar próximamente este tema, la necesidad de actuar con mucha prudencia y realismo, porque las metas propuestas en las iniciativas consideradas, por pecar de ambiciosas, pueden terminar convirtiéndose en una relación de buenos propósitos de imposible concreción y no funcionales a los intereses de nuestro país. Debemos prevenir el riesgo de vernos encandilados con nuevas ideas que nos pueden hacer desviar los ojos de lo que es realmente necesario y esencial.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad