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¿Quién lo entiende?

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El viernes próximo pasado El País publicó, bajo el título “Evitar la discriminación de quienes llegan”, una línea estratégica de la política de inmigración uruguaya definida por el Documento Marco de la Junta Nacional de Migración, integrada por la Presidencia de la República y los ministerios de Relaciones Exteriores, Trabajo y Seguridad Social y de Desarrollo Social.

El viernes próximo pasado El País publicó, bajo el título “Evitar la discriminación de quienes llegan”, una línea estratégica de la política de inmigración uruguaya definida por el Documento Marco de la Junta Nacional de Migración, integrada por la Presidencia de la República y los ministerios de Relaciones Exteriores, Trabajo y Seguridad Social y de Desarrollo Social.

En dicho documento se establece como un objetivo el combate a la discriminación y estigmatización social hacia las personas que llegan a Uruguay que garantice la convivencia y una vida libre de xenofobia y racismo, propendiendo a la inclusión de los inmigrantes en el empleo.

En los últimos años Uruguay recibió una afluencia de inmigrantes de la República Dominicana, muchos de ellos dedicados a la construcción y otras muchas al cuidado de enfermos en las casas de familias, así como en otras actividades de servicios.

En el caso particular de las personas que se emplearon en el cuidado de enfermos, con alegría, consideración y esfuerzo, cumplieron un rol social que era muy necesario y que permitió que muchas personas mayores y enfermas tuvieran la oportunidad de permanecer en sus hogares en vez de tener la necesidad de ingresar, o bien a un centro hospitalario, o a un residencial.

A los empleados de la construcción, los “compañeros” en un actuar definitivamente egoísta y fundado en la tan mentada y mal utilizada “solidaridad” con los connacionales, lograron expulsar los trabajadores extranjeros utilizando toda la fuerza gremial y configurando exactamente lo que desde las palabras oficiales parece negarse pero no combatirse, la xenofobia en la máxima expresión.

No puede entenderse la desprotección actual de los inmigrantes con el tratamiento que tuvieron los migrantes obligados a venir al país, traídos por el gobierno de entonces, que tuvieron toda la ayuda del estado, proveyéndoles de habitación e ingresos. Es cuando menos contradictorio que aquellos que creen en nuestro país y vienen voluntariamente a ganarse la vida ofreciendo trabajo y esfuerzo se les niegue la posibilidad de establecerse y desarrollarse.

El resultado de esta xenofobia determinó que el gobierno estableciera visa a los dominicanos y que las exigencias para obtenerla sean de tal nivel que haga imposible que se mantenga el flujo de los nacionales de República Dominicana a trabajar en este país.

La excusa para limitar la llegada de dominicanos fue que algunas personas se dedicaban a la prostitución, actividad libre en Uruguay, y que detrás de ello había una actividad delictiva mafiosa y de trata de personas. Si esto fuera cierto, señores, combatan el delito pero no persigan gente buena que sólo tiene el interés de trabajar lícitamente y que además sirve en un nicho en el cual la oferta de trabajo nacional no es suficiente.

El combate a la xenofobia no se hace con documentos sino con acciones, recibir al extranjero, fomentar y propender a que se integren con su propio trabajo y esfuerzo al Uruguay no debiera ser sólo una pose políticamente correcta, sino un continuo accionar verdaderamente solidario, controlando que cumplan con todos los requisitos de orden laboral vigentes.

Podemos estar tranquilos que en cuanto no haya más demanda insatisfecha naturalmente se limitará el flujo inmigratorio.

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Casilda Echevarría

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