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Cinismo e hipocresía

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CASILDA ECHEVARRÍA
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No se ha podido aprobar el demagógico proyecto de ley sobre el financiamiento de los partidos políticos. Es interesante ver cómo se financian actualmente y si aquellos que promueven la ley estarían dispuestos a abandonar los sistemas actuales de donaciones.

Algunos políticos se molestan porque otros gasten su propio dinero en la campaña. Se dice que no es correcto que en las campañas políticas mande el dinero, ¿ah, no?

Es preferible que en vez de ayudar a financiar a correligionarios con recursos privados, se les prometa cargos en la administración pública para los que no estén capacitados o para posiciones que no sean necesarias.

Quizás, incluso, sea más correcto el accionar de aquellos que con total desparpajo han reconocido que ciertos grupos se han financiado en democracia con robos.

Los fondos se consiguen también mediante requiso de parte de los haberes de aquellos que han ingresado al sector público en representación de los partidos.

Claro que no es despreciable tampoco el aporte del Estado por cada voto válido emitido en las elecciones internas, nacionales, balotaje y departamentales, además de un financiamiento permanente a los partidos con representación parlamentaria, durante el período ínter elecciones.

¡Vaya cinismo! Casi el mismo que se trasluce de la norma sobre limitación de la publicidad en período de elecciones. La ley 17.045 modificada por ley 17.818 estableció una restricción para la realización de publicidad electoral en radios, televisión abierta, televisión por abonados y prensa escrita, en cambio no abarca las redes ni cartelería en vía pública.

La publicidad electoral, que no puede difundirse en los medios citados está definida en la ley como una pieza elaborada especializadamente con criterios profesionales y comerciales y se exceptúa de la restricción toda aquella publicidad que incluya información sobre actos políticos, actividades habituales de los partidos y las entrevistas periodísticas.

Casi, casi, como te digo una cosa te digo la otra, de ahí que se transmite publicidad oficial abundante en radio y televisión, disimulada como información.

Así que la plata no debe mandar en las elecciones, ¿ah no? Si es oficial no cuenta porque nadie sabe bien con cargo a quien es y si la pagan con lo recaudado de puestos en el sector público tampoco y mucho menos si los fondos se obtuvieron de hurtos lisa y llanamente porque no se pueden determinar.

¿Cómo se puede convivir con tanta hipocresía?

¿Qué decir de la tan mentada renovación en la política? Insistentemente se les exigió a los líderes partidarios que dieran un paso al costado para permitir la renovación, sin contar que los liderazgos no se imponen sino que se ganan. Pues se está dando la renovación, nuevos partidos, nuevos candidatos y ¿cómo los reciben? Con desconfianza, con críticas ácidas, casi creyendo, algunos políticos “de raza” que son dueños del sistema.

La democracia se trata de ofrecer la mayor cantidad de opciones al electorado y que sea éste quien determine quién o quiénes regirán el futuro del país y que sus propuestas sean difundidas lo más ampliamente posible.

Basta de restricciones a la democracia, multiplicidad de opciones y amplia difusión de ideas, eso nos dará la posibilidad de elegir un mejor futuro.

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