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¿De dónde sale el dinero para frenar al cambio climático?

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Energía eólica. Foto: Unsplash

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Más de 40.000 expertos internacionales están reunidos en Glasgow para encontrar soluciones que permitan frenar el calentamiento global.

Los más optimistas esperan que los acuerdos permitan mantener la temperatura del planeta 1.5 grados por encima de los niveles pre-industriales, una situación que evitaría muchas de las peores consecuencias del cambio climático. Los pesimistas, por su lado, auguran un aumento de 2.3 grados para el 2030, algo que traería consecuencias desastrosas e irreversibles para la sostenibilidad global.

Pero si hay algo en que están de acuerdo tanto optimistas como pesimistas es que cualquiera de las soluciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero pasa por la financiación. Las medidas de conservación de bosques y páramos, por ejemplo, son impensables sin recursos financieros para dinamizar la competitividad de comunidades locales y garantizar el mantenimiento de los espacios naturales. De la misma manera, para obtener energías limpias se necesitan grandes inversiones, por ejemplo, en paneles solares, parques eólicos y aerogeneradores, entre otros.

A nivel mundial, se deben duplicar las inversiones en proyectos de energía hasta 5 trillones de dólares para 2030para enfrentar el desafío de ser neutros en carbono para 2050. Paralelamente, hasta 2050 necesitamos invertir 8,1 trillones de dólares para proteger los ecosistemas naturales y la biodiversidad.

El financiamiento verde en América Latina alcanzó casi los 8 mil millones de dólares en 2019, pero todavía estamos lejos de la brecha de al menos 110 mil millones que necesitamos para adaptarnos al cambio climático. Para hacer frente a estas cifras abrumadoras, es fundamental adoptar nuevos instrumentos financieros que por un lado garanticen la financiación actual y, por otro, atraigan nuevas inversiones del sector privado.

En la actualidad, los sistemas productivos siguen dependiendo fuertemente en los combustibles fósiles y en energías contaminantes, por lo que llegar a ser carbono neutral parece inconcebible sin una profunda transformación de las industrias productivas. En este sentido, los bancos multilaterales jugarán un papel importante en catalizar fondos y ofrecer la seguridad que los inversores necesitan para realizar grandes desembolsos que logren cambiar los paradigmas productivos.

Según aseguró Stephany G. Jones, directora de Mercados Financieros del IPD de la Universidad de Columbia, en uno de los eventos del la COP26 de Glasgow, los bancos de desarrollo tienen un papel determinante para proteger las inversiones, mitigar los riesgos del financiamiento climático y fomentar la innovación.

En este frente, uno de los actores más dinámicos es el Club de Bancos de Desarrollo (IDFC, por sus siglas en inglés), es una organización que cuenta con 26 miembros que trabajan juntos en el cumplimiento de los acuerdo de París, uniendo fuerzas para promover y aprovechar la inversión en desarrollo sostenible en todo el mundo. En los últimos seis años, el IDFC ha movilizado más de 1 trillón de dólares en financiamiento verde.

Una de las tendencias más prometedoras para el financiamiento climático es el mercado del carbono, que consiste en que los países realizan transferencias de reducciones de emisiones de forma voluntaria o vinculante entre ellos. Estos mercados aún no se encuentran reglamentados y el acuerdo entre los países en la COP26 será fundamental para que se reactive.

“Los mercados de carbono son una gran oportunidad para América Latina y el Caribe, ya que son un sistema eficiente para lograr financiamiento climático. Los grandes ecosistemas naturales de región juegan a nuestro favor, ya que son fundamentales para preservar el equilibrio climático global”, dice Jorge Arbache, vicepresidente del Sector Privado de CAF.

Una de las buenas noticias que llegaron de la COP 26 de Glasgow es el compromiso de diversos actores, especialmente los multilaterales, para comprometer sus recursos financieros. En este sentido, CAF anunció que en los próximos cinco años destinará USD 25.000 millones para financiar operaciones verdes que ayuden a los países de la región a cumplir con sus compromisos ambientales y climáticos. El organismo se ha propuesto convertirse en el banco verde de la región, y actualmente está acreditado ante los principales fondos verdes para el financiamiento global, como son el Fondo de Adaptación, del Global Environment Facility (GEF) y del Green Climate Fund (GCF).

Una de las primeras acciones del organismo fue el aporte de 1 millón de dólares para apoyar los esfuerzos de conservación del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, un ecosistema compartido por Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá que genera USD 3.000 millones anuales derivados principalmente de la pesca, el turismo y el transporte marítimo.

“A este ritmo de financiamiento no lograremos ser carbono neutral para el 2030. Necesitamos levantar más capital, y eso solo se logrará con la integración de nuevos instrumentos financieros, como el mercado del carbono”, asegura Arbache.

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