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Relaciones internacionales

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Armando Ribas
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En una reciente entrevista, el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, advirtió que Rusia y China están asumiendo una relación traumática en América Latina, y urgió a los poderes regionales a trabajar con Estados Unidos.

En los momentos que estamos viviendo esa advertencia es absolutamente errónea, y más aún con la política de M. Trump respecto del comercio internacional.

La Rusia de Stalin ha sido superada con el advenimiento de Putin, y la China de Mao Tse Tung fue superada notablemente con el advenimiento de Deng Xiaoping, y en esa dirección, con algunas variaciones, continúa Xi Jinping. El norteamericano insiste en considerar a Rusia y China como poderes imperiales que hacen beneficios solo a su propio pueblo. Pero recuerde Mr. Tillerson, "América First".

Las relaciones económicas son la antítesis de la guerra, pues son determinadas por un interés común. Fue en reconocimiento de esa realidad que Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial envió a Europa el Plan Marshall, con el objeto de rescatar las economías europeas, especialmente la de Alemania. Lo mismo hizo para rescatar la economía japonesa. Igualmente la inversión extranjera beneficia al que invierte y al país donde se invierte. Respecto a la negativa de Mr. Tillerson de reconocer esa realidad, nos encontramos que pareciera que concuerda con Lenin que en su Imperialismo, Etapa Superior del Capitalismo, escribió: "En tanto el capitalismo reconozca que el excedente del capital será utilizado no con el propósito de elevar el nivel de vida de las masas en un país dado, porque esto significaría una declinación de las ganancias de los capitalistas, sino que lo hacen con el propósito de aumentarlas, exportando capital a los países retrasados".

Insistiendo con la guerra voy a repetir el pensamiento de Alberdi cuando escribió: "Las guerras serán más raras en la medida en que sus efectos se hagan sentir entre los que las declaran y las incitan".

Fue lo que ocurrió con la invención de las armas nucleares, que como bien reconociera Juan Pablo II: "No son bélicas, son disuasorias". Y recientemente dijo Putin: "Una guerra con Estados Unidos es lo último que quiero hacer".

Pero Tillerson dice que el sistema de desarrollo de China es un recuerdo del pasado. Ese juicio es empíricamente equívoco. Fue solo hace unos doscientos años que se desarrolló el sistema que cambió la historia del mundo. Y créase o no, es el sistema que China ha estado implementando, si se quiere, desde el poder absoluto.

Si la China no hubiese aceptado los principios económicos de ese sistema no estaría recibiendo un 40% de la inversión extranjera. Y por consiguiente no habría estado creciendo a las tasas que ha crecido o convertido en la segunda economía mundial. En tanto que la Unión Europea, en función del socialismo democrático, no crece.

Coincido con Tillerson respecto a su criterio respecto del embargo de Estados Unidos a Cuba. Esa decisión no ha tenido otro efecto que justificar al régimen castrista frente al supuesto imperialismo americano. Por tanto, se ignora que el hambre en Cuba no se debió al embargo, que la izquierda denomina erróneamente bloqueo. El hambre se debió al sistema comunista instaurado que comenzó por eliminar la propiedad privada en Cuba.

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