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Vázquez atónito ante Lacalle Pou

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Tabaré Vázquez sigue cayendo en las encuestas pero dice que no ve “ni una sola nube” en su marcha hacia octubre. Las encuestas —no las últimas, sino la tendencia de los últimos sondeos— prueban que más que nubes lo que amenaza al Frente Amplio es una tormenta. En el ojo de esa tormenta está el ex presidente y hoy candidato que no da pie con bola, que no debate con sus rivales y que se irrita cuando algún ciudadano le retruca sus palabras.

Tabaré Vázquez sigue cayendo en las encuestas pero dice que no ve “ni una sola nube” en su marcha hacia octubre. Las encuestas —no las últimas, sino la tendencia de los últimos sondeos— prueban que más que nubes lo que amenaza al Frente Amplio es una tormenta. En el ojo de esa tormenta está el ex presidente y hoy candidato que no da pie con bola, que no debate con sus rivales y que se irrita cuando algún ciudadano le retruca sus palabras.

Esa irritación sacude también a la izquierda gobernante cuando mira el último spot publicitario de Lacalle Pou. Les molesta que esa pieza exhiba las ceibalitas y los molinos eólicos que consideran fruto exclusivo de su gestión, lo cual demuestra que no entienden de qué va esta campaña electoral. No entienden que hay un candidato nuevo, inesperado y desprejuiciado que cree en su lema “por la positiva” y que no duda en exhibir, si corresponde, los logros de Vázquez, Mujica y compañía. ¿Por qué no?

Eso los deja atónitos. Habituados como están a encarar las campañas a la antigua como si fueran un match de box con permanente cambio de golpes, no comprenden que un contendor renuncie a la beligerancia y exhorte a “marchar todos juntos”. Peor aún: no saben por qué a la gente le gusta ese estilo de Lacalle Pou, el que le dio el triunfo en las internas del Partido Nacional y que lo transformó en la peor amenaza que haya sufrido el predominio de la izquierda en la última década.

El oficialismo insiste en que cada encuesta es una foto aislada que por si sola dice poco y que hay que atender a la serie cronológica de sondeos para descubrir la tendencia. Pues bien, la tendencia indica que el candidato blanco no para de crecer en tanto Vázquez sigue retrocediendo. Y retrocede porque, entre otras razones, lo suyo huele a rancio. Le falta novedad, sorpresa y frescura. Raúl Sendic, de quien se esperaba que aportara algo de eso, se mantiene como opaco segundón, no se sabe si por decisión propia o por limitaciones que le imponen.
A los analistas del Frente Amplio les cuesta entender lo que está pasando. ¿Cómo es posible —preguntan— que el gobierno reciba el apoyo de más del 50% según las encuestas y que al mismo tiempo el candidato oficialista caiga por debajo del 40%? La respuesta deben buscarla en su candidato que, puesto a competir, resultó menos atractivo y más vulnerable de lo que podía preverse.

Algo de esto pudo intuirse el año pasado cuando Vázquez comentó que aceptaba la candidatura porque no podía hacer otra cosa y que negarse era imposible dadas las presiones que recibía de dirigentes y votantes frentistas. En suma, que está donde está porque no tiene más remedio. Eso se nota en su desgano, en su irritabilidad, en su insistencia en machacar los mismos viejos temas y hasta en retratarse jugando con una pelota en respuesta a la ya célebre “bandera” de Lacalle Pou. Esto último es un buen ejemplo de lo que pasa: el candidato blanco lleva la iniciativa en tanto Vázquez actúa por reacción.

Por último, el resultado de las internas confirmó el alejamiento del Frente Amplio de anchas porciones de votantes (entre ellas lo que llamaríamos la “clase media ilustrada”). Allí hay gente harta, descontenta y desilusionada con la izquierda a la que alguna vez apoyó. Gente que no acepta el “más de lo mismo” del discurso de Vázquez y que parece preferir lo nuevo y promisorio encarnado por Lacalle Pou.

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Antonio Mercader

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