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Vacaciones de un vándalo en Valizas

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Antonio Mercader
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La decisión de un fiscal de alivianar la pena de uno de los vándalos que irrumpieron días atrás en el centro de Montevideo fue como la gota de agua que desbordó el vaso.

Que la policía permita pacientemente que rompan vidrios o enchastren la fachada de comercios, viviendas y —peor aún— sedes diplomáticas, ya era suficiente motivo de indignación para quienes seguimos el episodio por TV.

Porque eso sí, los vándalos hicieron lo suyo en el horario de los informativos, con toda puntualidad, para que los siguiera la mayor cantidad de gente posible. Y así vimos a decenas de efectivos de la Guardia Republicana armados a guerra siguiendo a los destrozones sin mover un dedo por evitar sus desmanes. Órdenes superiores, claro.

Ni siquiera trepidaron cuando los manifestantes contra el G-20 atacaron la sede de la embajada de Francia con una iracundia que hizo temer lo peor. O contra el consulado de Argentina, el país anfitrión del encuentro de los presidentes. ¿Acaso Uruguay no firmó tratados internacionales que obligan a proteger las sedes diplomáticas? Tal parece que no, que cuando los vándalos salen a la calle pueden hacer lo que gusten.

Fue todo un símbolo de la política de seguridad del Frente Amplio. Casi 15 años de tolerancia con los violentos. Y que el resto se aguante, incluidos los comerciantes del centro que aún reclaman por los daños sufridos mientras se preguntan para qué está la policía. ¿Sólo para mirar? Eso es lo que indignó a los testigos del malón y a miles de televidentes decepcionados.

Pero lo peor vendría después cuando dos detenidos solo dos entre las dos docenas de violentos que iban en la marcha- le reclamó al fiscal de turno que respetara sus vacaciones en Valizas. La condena no podía ser más light: presentarse una vez por semana a poner su firma en una comisaría. Solo dos veces. Las atracciones de Valizas debieron convencer al fiscal de que semejante pena era un exceso por lo cual resolvió postergar su aplicación hasta que el acusado volviera —bronceado y calmado— de sus bien merecidas vacaciones.

Esta noticia recalentó el ambiente. En una inusual salida pública el fiscal del caso trató de disculparse en base a tecnicismos. No es común que tales funcionarios hagan eso por lo que cabe suponer que el Fiscal de Corte, Jorge Díaz, le metió presión para que lo hiciera. Otra anomalía, por cierto, pues el jefe de ese servicio de la Justicia no puede entrometerse en lo que es competencia técnica de los fiscales.

Se sabe que los procedimientos continúan y que hay otros indagados. Pase lo que pase nada alcanzará a borrar la sensación de desamparo de quienes presenciaron y sufrieron- la algarada. La impunidad con que actuaron los vándalos, incluido el veraneante de Valizas, son una prueba de la mano blanda que el Frente Amplio ha venido demostrando ante los violentos.

Una mano blanda que empezó hace 14 años con la liberación masiva de presos y un ministro del Interior más preocupado por los victimarios que por la suerte de las víctimas. El comienzo de una era de criminalidad creciente que finalizará cuando un nuevo gobierno imponga autoridad y respeto. Ese es un mensaje que los violentos captarán en seguida: que se les termina la fiesta, como así será.

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