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¿Para qué sirve el Antel Arena?

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Carolina Cosse y su equipo han dado múltiples respuestas a esa pregunta en su afán de justificar la obra. Veámoslas.

Carolina Cosse y su equipo han dado múltiples respuestas a esa pregunta en su afán de justificar la obra. Veámoslas.

“Una acción de marketing para impulsar la demanda de banda ancha”. “Una plataforma multimedia de comunicación online”. “Una obra para cubrir necesidades del turismo, el deporte y la cultura”. “Un polideportivo que podrá usarse las 24 horas del día”. “Un partido de vóleibol que lo necesita, también podrá usarlo”. “Servirá para traer espectáculos o convenciones que hoy no pueden venir o reunirse en Montevideo”. “Se podrá arrendar a interesados en organizar espectáculos”. “Tendrá mediatecas y aulas para que lo usen liceos y escuelas”. “Se hará para mejorar la integración social de esa zona de la capital”. “Concreta una alianza con la NBA, número uno del básquetbol mundial, para marcar la calidad constante de Antel”. “Creará el primer barrio tecnológico del país”. “Será un centro de eventos multipropósitos”. Etcétera.

Que es “multipropósito” no hay duda. Tanto lo es que esa ensalada de objetivos prevista para el Antel Arena viola sin piedad el artículo 190 de la Constitución que estipula que los entes autónomos no podrán realizar negocios extraños a su giro. Antel no se creó para cubrir necesidades del turismo, el deporte y la cultura. Tampoco para construir un centro de espectáculos y arrendarlo o para fomentar el turismo. Mucho menos para ejecutar labores barriales en la capital del país, tarea claramente municipal. O para paliar el déficit de aulas de los entes de la enseñanza. Y ni por asomo se le otorgaron las prerrogativas de una Secretaría de Deportes con potestades para dirigir un polideportivo, organizar partidos de voleibol a toda hora o cerrar tratos con los yanquis de la NBA.

Se entiende que en su entusiasmo por realizar la obra a Cosse y sus colaboradores se les fue la boca al punto de exagerar la multiplicidad de servicios que el Antel Arena podría prestar. Una exageración que ha terminado por confundir a todos sobre la auténtica del proyecto. Lo más claro es que será un centro deportivo y de espectáculos. Otras cosas como lo de la plataforma, las mediatecas y el barrio tecnológico suenan a marketing puro. Y otras que al principio formaban parte del proyecto -lo de usar el Antel Arena como “predio ferial”, por ejemplo- ya ni se mencionan.

Antes de retomar la paralizada obra en donde se alzó el Cilindro Municipal sería bueno que se precisaran las cifras de esa gran valija de turco en que se ha convertido el proyecto. Carolina Cosse, cuando presidía Antel, tasó el emprendimiento en 40 millones de dólares y anunció que con su puesta en marcha tendría ganancias anuales de 10 millones. ¡Un negocio redondo en donde los gastos de construcción se amortizarían en apenas 4 años! Después, el nuevo gobierno de Tabaré Vázquez le enmendó la plana y calculó que el costo total superaría los 80 millones de dólares, pero guardó prudente silencio sobre su eventual rentabilidad.

Convendría que antes de retomar los trabajos en enero próximo se aclare qué hará exactamente el Antel Arena, cuáles serán sus beneficios y si invadirá competencias de la intendencia, de la Anep y de la Secretaría de Deportes a crearse. De lo contrario la ensalada y la confusión sobre sus anunciadas tareas (casi todas inconstitucionales) seguirán creciendo.

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Antonio Mercader

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