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Montevideo y “la herencia maldita”

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Como si fuera una calesita, cada intendente frentista de Montevideo culpó a su antecesor por los problemas municipales no resueltos. Tomemos como ejemplo el caso de la basura y veremos que así lo hizo Arana con Vázquez, Ehrlich con Arana, Olivera con Ehrlich y ahora es Daniel Martínez el que señala a su antecesora Ana Olivera como la responsable de la suciedad que nos rodea. ¿Hasta cuándo girará esta calesita?

Como si fuera una calesita, cada intendente frentista de Montevideo culpó a su antecesor por los problemas municipales no resueltos. Tomemos como ejemplo el caso de la basura y veremos que así lo hizo Arana con Vázquez, Ehrlich con Arana, Olivera con Ehrlich y ahora es Daniel Martínez el que señala a su antecesora Ana Olivera como la responsable de la suciedad que nos rodea. ¿Hasta cuándo girará esta calesita?

La historia empezó con Vázquez y su “¡delo por hecho!”, o sea la promesa de limpiar la ciudad en 100 días. No la limpió, obviamente, según denunció su sucesor, Arana, quien tiempo después de ocupar el cargo dijo que Vázquez le dejó muchas deudas, generosos pactos con Adeom y demasiada basura en las calles. Casi en los mismos términos, Ehrlich, a su turno, acusó a Arana de haberle legado una situación difícil de sostener. Y como no podía ser de otro modo, Olivera, a poco de llegar al Palacio Municipal, explicó que si Montevideo seguía mugrienta es porque la intendencia carecía del equipamiento adecuado y su predecesor, Ehrlich, había “olvidado limpiar los contenedores”.

Ahora es el turno de Martínez, quien en una entrevista con el periodista César Bianchi en Montevideo Portal arremete contra la administración de Olivera. A casi un año de su elección y con nueve meses de ejercicio en el cargo, el actual intendente dice que faltan camiones para recoger la basura de los 10.000 contenedores, que debió salir a comprar vehículos “de urgencia” y que los existentes tienen nulo mantenimiento. Nótese cómo lo dice: “Casi me muero cuando llegué: no existía el mantenimiento. Era todo artesanal, no había stock, no había repuestos, no había seguimiento, no había historia de las unidades”, delata Martínez con desesperación. Esto mismo podría decirse de otros servicios, pero alcanza con exponer el de la limpieza.

Lo notable del caso es que todos, acusadores y acusados, pertenecen al partido que gobierna la ciudad hace 26 años, con mandato abierto por 4 más. Todos votan bajo el lema Frente Amplio, se abrazan en público y se llaman compañeros sin que se les mueva un pelo. Lo que no ocurre en otros sectores del Estado en donde unos y otros se suceden con recato y discreción en los cargos, pasa en la intendencia en donde al parecer hay libertad para invocar “la herencia maldita” dejada por un correligionario.

Tan sorprendente como lo anterior es que los montevideanos sigan votando a la misma gente que en cinco gobiernos consecutivos no logró prestar correctamente los servicios municipales básicos ni realizó una sola obra de aliento, de esas que son capaces de cambiarle la cara a una ciudad. La rueda sigue girando, las incriminaciones se suceden entre intendentes entrantes y salientes, y hoy Martínez, ya acosado por la insaciable Adeom, enfrenta dificultades al tomar la posta “con un gran déficit” que él mismo estimó en unos 60 millones de dólares.

Por el bien de los montevideanos ojalá tenga suerte, pero la oposición debería darle prioridad al tema dejando la politiquería de lado y preparando una propuesta seria, capaz de terminar con este constante pasamanos en donde la culpa es del otro y la responsabilidad, en definitiva, no es de nadie.

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Antonio Mercader

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